15 diciembre 2024
CRÓNICAS

4 de julio

El próximo martes, como en todos los 4 de julio, desde larga data, los estadounidenses de Norteamérica conmemoran el día de la DECLARATORIA DE SU INDEPENDENCIA.

Cuando me refiero a los estadounidenses de Norteamérica, lo hago para determinar que ellos no son los únicos americanos, como les gusta designarse, ni tampoco los únicos estados unidos, ni siquiera de Norteamérica.
No lo hago por resentimiento de especie alguna, sino simplemente por la precisión en los términos en que nos permite el rico, desperdiciado y maltratado idioma que hablamos, con la salvedad de que tampoco es propiedad de España ni de la RAE, sino que lo es de todos los países hispanoparlantes.

Los yanquis lo conmemoran utilizando sus símbolos, banderas y broches, manifestando su fe en el futuro mediante desfiles de bandas estudiantiles, muchachas bastoneras con sus porras y demás, su respeto hacia el pasado con carros alegóricos, desfile de veteranos y mutilados de las guerras (glorias y desgracias de ese pasado próximo por culpas propias y ajenas) y como cierre final el show ritual de los fuegos artificiales.

Entiéndase bien por los que gustan leer por arribita que puse por culpas propias y ajenas, algunas veces históricamente fueron víctimas y otras no lo fueron ni por las tapas.
Estudiando en profundidad el tema, la fecha no es exacta, fue el 6 o 7 de julio, la fecha en que se concretó la suscripción por la mayor parte de las 13 Colonias, pero no hace al caso.
Lo importante, en definitiva es el hecho que se conmemora y las ideas que generaron esos hechos y las ideas y hechos que derivaron de lo que se conmemora.
La Declaratoria de Independencia de las 13 Colonias fue el receptáculo de ideas que fermentaban y se cultivaban en las Cuatro Tabernas de Londres (lugar donde se reunían discretamente las logias, regulares o no, fueran masones o no, distinción que dejo para los estudiosos del tema, pero por más irregulares que fueran, eran masones trabajando por la libertad y en las logias francesas lo mismo.

La regularidad o irregularidad de las logias de aquella época, me tiene totalmente sin cuidado – con los debidos respetos – porque con un criterio finalista de las mismas salieron no solo los Jefferson, Franklin, Paine, Washington, Miranda, Bello, Bolívar y tras estos últimos como consecuencia la independencia y de rebote la de hispano américa, habiendo sido la primera la de Haiti.

Si analizamos fríamente los hechos la revolución de las 13 Colonias fue por un aumento de la tasa (tributo) del té.
La revolución francesa por una escasez de papas.
La revolución del Río de la Plata por una acefalía del trono español, cuando el secuestro francés del Infante de Paula, que dio motivo al motín de Aranjuez (2 de mayo de 1808), el intento de Napoleón Bonaparte de hacer de “Pepe Botella” Rey de España y una peregrina idea del triunvirato porteño que quería fundar una monarquía con un hemofílico borbón y una princesa inca.
No olvidemos que los incas, para mantener la puridad de la sangre se casaban entre hermanos.
Que trasnochada base para fundar una monarquía con la cruza entre un hemofílico y la tal princesa.
La lucha en las 13 Colonias, al igual que en la revolución francesa y en el Río de la Plata, por más que hay muchos años de diferencia entre unas y otras (1774, 1789, 1808), en un principio no era contra el Rey o quien hiciera sus veces, como tampoco por el impuesto al te o la escasez de papas o las pretendidas intenciones de cubrir la acefalía de un cargo.
En definitiva, se luchaba prácticamente sin saberlo a ciencia cierta por LA LIBERTAD, en principio de comercio.

No es casualidad que un participante de tres revoluciones (la inglesa, la americana y la francesa) saliera de las Tabernas de Londres, con carta de recomendación de Franklin para Jefferson y que este lo recibiera y le diera el lugar adecuado para luchar con su arma predilecta “la pluma”.
Tampoco es casualidad que habiéndose salvado de la horca en Londres, es perseguido en las ex 13 Colonias, una vez consolidadas y tiene que ser rescatado después de haber sido ciudadano de la revolución francesa e integrado las cámaras, de una cárcel de la que muy probablemente terminara en la guillotina, por los buenos oficios de Jefferson y Monroe.
Los libres pensadores son por lo general mal vistos, inclusive por los otros libres pensadores una vez que estos están en el poder.

El pecado que casi llega a ser capital de Thomas Paine en la Revolución Francesa fue oponerse a que se pasara por la guillotina a Luis XIV.
Era un principista que llegaba al extremo de poner su cabeza en juego en lugar de la de otro que – por cierto no tenía ninguna de sus ideas – en aras de la libertad.
En toda situación los hombres tienen una tendencia a crear prototipos y atribuirles todo lo bueno o todo lo malo, así como también hay hombres que por más que hayan participado en los hechos se los oculta o se disimula su participación.

En la Revolución que dio lugar a los actuales EE.UU., figuran como prohombres los masones Washington, Jefferson, Franklin, los Adams, entre muchos otros, menos conocidos o anónimos, a los nombrados se les llamó los padres de la patria.

Claro que los padres de la patria tomaron las armas al igual que el pueblo.
Analizando el tema el Washington, que prácticamente figura como el número uno, recibe la gloria como primer presidente, como guerrero, como duro y su vida es una mezcla de historia y leyenda, e inclusive tuvo un final feliz en su casa de Mont Vernon.
Thomas Jefferson, a mi criterio, recibe un homenaje como ideólogo, sin perjuicio de haber sido vicepresidente y presidente de los EE.UU., redactor de la Declaratoria de la Independencia, entre otras cosas.
Las instrucciones al Congreso de abril parecen redactadas por Thomas Jefferson, sin email las ideas volaban.

No tuvo un final feliz, nació rico y murió en la miseria, llegando inclusive a rifar su residencia de Monticello, acto que fue sumamente criticado, para paliar sus carencias.
Claro que su felicidad no estaba en lo económico sino en ver lograrse en los hechos sus ideas primigenias.
A Thomas Paine se le oculta, se soslayan sus virtudes y sus méritos, se le acusa de alcoholista por su afinidad por las Tabernas (no olvidemos lo del principio en Londres).
Se le reconoce ser un ideólogo de la revolución a través de una publicación periódica que arengaba las tropas llamada “Common Sense” (“Sentido Común” – el menos común de los sentidos). También se olvida frecuentemente que era un inglés, que se vino de Inglaterra, a hacer causa común con los revolucionarios.

Es la típica eminencia gris.
Claro está que no estaba en el ánimo de Paine caer en gracia con nadie.
Con su pluma peleó en tres revoluciones y de la misma derivaron muchas otras (la nuestra inclusive), pero por su condición de librepensador y disidente nato se granjeó innumerables enemigos (Washington, Robespierre, entre otros) y amigos (Franklin, Jefferson, entre muchos).
Hoy se sabe que sus ideas llegaron a don José Artigas a través de don Tomás de Azara por documentación que se tuvo oculta hasta hace poco, no por razones políticas, sino por celo entre historiadores.
Uno de sus grandes méritos, a mi criterio, era la separación de la religión del Estado, el cual recayó sobre Thomas Jefferson, lo cual a este le permitió también gozar de innumerables enemigos por tal hecho.

En nuestro país llevó mucho más tiempo y fue lograda la separación por obra del católico y mártir de la patria Berro y terminado por don José Batlle y Ordóñez.
Viva la libertad y la independencia de todo tirano ya sea nacional o extranjero.
Vaya nuestro eterno reconocimiento a aquellos hombres que plantaron la semilla de la libertad y a los que la regaron y abonaron con su sangre.

Que todo sea para bien…

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