18 diciembre 2024
CRÓNICAS

Privacidad un corno

Hace uno cuantos años vi una película en la cual al protagonista, sin comerla ni beberla, no sé por que hecho fortuito, llega a su bolsillo sin él saberlo, un elemento de sumo interés para el Departamento de Estado, el FBI, la CIA, el Pentágono y todas esas oficinas que sabemos que existen pero no sabemos donde están ni como se llaman ni de quien dependen.

Esas oficinas que nunca se enteraron del atentado a las torres gemelas en tiempo y forma y si se enteraron se olvidaron de comunicarlo a las fuerzas competentes y si lo comunicaron no hubo interés en parar esa acción.

Tanta gente figurando en el presupuesto y nadie hizo nada para evitarlo, pero ese no es el tema.
Estábamos escribiendo sobre el pobre Juan Pueblo que le meten una cosa en el bolsillo, se echa encima a toda la pléyade de esbirros y se arma una persecución brutal, al extremo que hasta el chip del celular lo deschava donde está.
Lo persiguen con todos los métodos y medios habidos y por haber, ni los túneles lo protegen, ni el subterráneo, los helicópteros y los francotiradores a la orden, fornidos corredores atrás del pobre negro que le habían metido la cosa esa en el bolsillo.
No hay cámara que no lo vea, ni teleobjetivo que lo pierda de vista.
El hombre se pasa rajando toda la película y en la vuelta, ya que están, le matan hasta a la mináncora que tenía, capaz que estaba casado, pero era tal la velocidad del pobre tipo, que no le vi ni el anillo.
Frecuentemente me doy una dosis de cafeína en un bar del barrio, que tiene unos cuantos mozos y es frecuentado por bastantes parroquianos.

Me consta que hay veinte cámaras en el sector de público, no para controlar a los clientes que se vayan sin pagar, ese problema es del mozo (paga él), sino para controlar al personal, las cuales están conectadas a un local de otra empresa que se encargan de ver como se manejan las cosas y bocina las presuntas irregularidades.
Antes de las benditas cámaras, los mozos dejaban llorar la botella cuando servían el whisky.

Después apareció la norma que no se puede servir la bebida en la mesa, sino que todo se debe hacer en la bandeja, se pone el hielo en el vaso, se llena la medida del néctar dorado, se apoya la botella en la bandeja y se pasa de la medida al vaso y luego el vaso va a la mesa.
El otro día el patrón le pidió a “un” mozo que le sirviera un whisky y que le hiciera llorar la botella sobre el vaso como lo hacía con “fulano de tal”.

Lo había quemado la cámara y el mozo quedó advertido y en off side.
En todos lados de manejo privado hay cámaras, claro que el público no sabe donde están.
Los empleados baqueanos saben donde están los puntos ciegos.
El que piense que puede hacer algo sin que lo vean está sumamente equivocado.

Si eso es así en un bar ni se le ocurra pensar lo que puede ser en un supermercado de las grandes superficies.
Antes uno miraba para arriba y veía las cabecitas de los que estaban mirando entre góndolas para pasar el dato de cualquier afane.
Hoy, vio que hay una señora vestida con algo parecido a un uniforme parada al lado de la puerta, con una cucaracha en la oreja (audífono), como esas que usan los animadores, en la televisión, en los programas en vivo, para que les den letra.
Esa señora muy educadamente, si Ud. tuvo la tentación de ahorrarse unos pesos, le pregunta si todo lo que lleva en el carrito lo pasó por la caja, entréguese, no discuta, pague lo que lo tentó al pecado, porque por radio ya le pasaron el dato y la señora sabe perfectamente lo que a Ud. se le pegó.

Evítese el problema de quedar escrachado como un chorro de pacotilla delante de todo el mundo y si insiste en ser pesado le llaman a la policía y sale del comercio en un vehículo con choferes uniformados de azul.
Pensar que con unas cuantas cámaras como éstas nos evitaríamos fortunas en 222 y el Bauzá y tantos otros liceos no tendrían que afrontar los problemas que está encarando la directora Dra. Graciela Bianchi, porque basta con que sepan que están siendo vistos o filmados y que se les viene la policía o ante dicha eventualidad se acabaron los guapos de pacotilla y quedarán los de verdad que tendrán que conversar con los azules.

Esto sería prevención y lo que sigue también.
En España, estaba en oferta, ya no debe de quedar ninguno más porque cuando yo lo vi quedaba uno solo, por 119.90 Euros, un reloj de esfera normal, muy bonito que se puede colocar en cualquier lugar de la casa, que permanecerá como un reloj, hasta que algún movimiento o sonido lo activa y se transforma interiormente, en forma totalmente discreta en una cámara video, que puede grabar con carga total dos horas, con una capacidad de grabación de hasta 8 gigas, trae una pila incluida en el precio y se puede utilizar con Windows 2000, XP, 2003, Vista.

Cuando no hay más movimiento se desactiva.
Así que estimado amigo, si la patrona puso uno de estos en el living no comenta ninguna fechoría ni con la botella, ni con la mucama jovencita o no tanto o con alguna amiga de su mujer y si rompe algo diga de entrada que fue Ud. para no terminar confesando tardíamente.

Con una inversión aproximada de unos tres mil seiscientos pesos ve o lo verán, gústele o no le guste.
Entendámonos bien la privacidad bien entendida empieza por casa.

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