Extraterrestres puede ser
Hace de esto muchos, pero muchos años habíamos ido a despedir al puerto de Montevideo, a una porteña que se iba a pasear, por Europa en el Cabo San Roque.
La habíamos conocido en el verano en un balneario, donde los mayores nos decían “garúa” porque jode y jodey no moja, lo mismo cuando íbamos a pescar y sacábamos seis anchoas y ellos algún bagre y entonces los viejos nos decían La Martona (famosa lechería argentina), por el tarro.
Aprovechamos la oportunidad del saludo, para bajar empalmada una botella de cognac español “El Fundador” de Pedro Domecq, que decían que era una cosa bárbara, a mí, me gustó mucho más el Joanicó de Ancap, pero el criterio que privaba en la gente y más en aquel entonces, que lo de allá era mejor que lo de acá.
Lo mío no es xenofobia ni localismo recalcitrante, lo bueno es bueno sea de donde sea.
Por ejemplo las grappas argentinas, la Chisotti, la Valle Viejo, le dan mil vueltas a la Ancap, también tenemos que acá se vende más de un millón de litros de grappa y el rendimiento del mosto de uva para destilarlo y producir la grappa no daría ni para empezar y se hace con otros alcoholes. No podemos comparar la producción vitivinícola de la Argentina, en cantidad con la nuestra.
A mí lo que me gustaba más de ese cognac es que era mucho más barato, claro que corríamos el riesgo de la bajada del barco y la salida del puerto porque los marineros decomisaban abierto el bagayo, no como ahora que en ese tema son más liberales.
Una noche, bastante fría, calculo que sería en mayo, nos fuimos con el Gallego a la playa, con la botella y un facón grande y nos tiramos en la arena a degustar el cognac mirando ese cielo impresionante, que se puede apreciar en las zonas sin luz artificial.
Medio me había hecho efecto del cognac ingerido y debo de haber pegado un ojo o los dos, cuando de repente el gallego empieza a los gritos mirá!!! mirá!!! y quedé sentado de golpe por el susto, veo toda la playa iluminada a “giorno”.
La luz que iluminó todo, se iba desplazando hacia el norte o mejor dicho, para el otro lado de donde estaba el agua.
En tiempo no puedo estimar cuanto fue, porque cuando uno está medio julepeado y toquinho con elcognac, le puede agregar el IVA a lo que ve, como sacárselo.
Mientras nos volvíamos apresuradamente para las casas me contaba el Gallego que él había visto una estrella que se prendía y se apagaba y que venía desde el sur y que seguía prendiéndose y apagándose y que se iba corriendo por el cielo.
Hasta ahí, lo que vimos
Cuando llegamos a la casa nos estaba esperando el padre del Gallego, don Matías, para decirnos que en la radio, habían pasado como noticia urgente que había caído un meteorito en Melo y que había iluminado toda la zona.
Las prendidas y apagadas de la estrella se daban cuando el meteorito rebotaba contra la atmósfera terrestre, hasta que perdió y entró en ella y se incineró iluminado con su luz azulada todo el recorrido.
Desde donde nosotros estábamos hasta Melo, no había menos de 400 kilómetros.
El informativo de la radio nos evitó que anduviéramos diciendo pavadas por ahí y que nos tomaran para el chorrete.
Pasaron muchos años, la vida nos fue llevando por otros rumbos.
Una vuelta, me fui al Cabo Polonio, en esos carros con tres caballos, que se van metiendo por la orilla y te salpican con agua, cuando se descargan te podés llevar un pedazo de bosta y cuando levantan un poco la cola son de temer.
El carrero favorito mío era Rudecindo Pereyra, claro que en esa zona son casi todos Pereyra, el que con esa gracia que tiene la gente de campo y rochense más todavía, nos iba contando a los pasajeros, que seríamos cuatro o cinco a lo sumo, de los lobos marinos, tortugas verdes grandes, que sacaba el mar, todos muertos por unanimidad.
Una de las tantas veces, contabaRudecindo, que iba haciendo el viaje y veía a lo lejos el jolgorio de las gaviotas, grandes barrenderas, limpiadoras de la resaca y decía como para sí, eso lobo no es.
Efectivamente no era lobo, al principio no eran cristianos, porque decían que eran asiáticos y así lo certificó un médico de Castillos, tartamudo él.
No lo voy a nombrar para evitarle un juicio a El Reporte.
Hoy el ADN deschavó que no era lobo, ni era asiático, sino que era argentino, de 22 años, aquellos famosos vuelos de la muerte, cuyas víctimas, algunas fueron enterradas en Rocha como NN’s.
El Cabo es una cosa que no tiene nombre, pero todo tiene su momento y su tiempo.
Del Cabo hacia la cañada, Playa Sur que le dicen, después de la cañada, acampan mucha gente.
Claro que lo de acampar es muy relativo, porque muchos van a la criolla y ni carpa llevan, como el Cabo es medio soplador, muchas veces la carpa es simbólica porque no para nada o se vuela a la mismísima.
Los que somos del asfalto caer ahí es un cambio de 180º. grados.
No como decía aquel personaje de la armada cuando el régimen de facto, “estamos al borde del abismo, demos un paso adelante”, o “lo único que hierve a 90º. grados, es el ángulo recto”, si estamos hablando del que embicó el barco embagayado que comandaba, el Bettina. Un tipo fenómeno, al camarada que le avisó que lo estaban esperando para prenderlo por el matute cuando el Bettina, después lo tuvo en cana, por ser líder blanco subversivo
El alquiler de un rancho, en aquel entonces costaba 40 o 50 dólares per capita, sin luz, sin agua, sin saneamiento, bueno, pozo negro y balde para sacar agua de la cachimba.
La noche se puede hacer de varias maneras, en el boliche chupando, en los fogones dándole a la caña blanca brasileña o la dorada de Ancap, algún porro, también se fumaban los pétalos del floripón o un hongo que se da en la zona que hace ver las cosas muy distintas a la realidad.
Un día quise probar, una amiga me iba a traer el porro prestamente, cuando mi compañera la paró en seco.
Me quedé sin probar, ahora no fumo ni los importados, porque el médico me lo prohibió y desde el 2004 soy un tipo con menos vicios, pero nada de los derivados del humo.
Íbamos a jugar al truco a lo del hoy finado, Chiche, y grappeábamos abierto, con el hoy también finado Lobato, un pescador de temporada y que supo ser lobero como todos los de ahí, porque lo decían como una honra y una distinción al valor, el enfrentar a un lobo marino, un peluca, con un garrote y dejarlo seco de un golpe. Si le pegaban mal la música era otra, porque el bicho se les podía venir arriba y la cosa no es changa.
Nunca vi a un cristiano, bien mamadito, armar “los paquetes” de cartas que armaba Lobato y las iba llevando en la cabecita.
Las mujeres se calentaban por perder por“los paquetes” y yo lo admiraba por su habilidad para armarlos totalmente mamado y seguir la jugada, sabiendo que cartas le habían tocado a cada uno de los integrantes de la mesa.
Un crack el amigo Lobato, le debe estar ganando una tropa de trucos a San Pedro.
Una vuelta estábamos hablando con un muchacho de ahí, lobero desde niño, con buena pinta y ganador con las minas,las cuales se liberan en esos lugares y más cuando consiguen un buena pinta que no las quemará y que hace gala de un machismo real y aparente.
Las damas de aquel entonces eran personas conberretines intelectuales y por ende con buena formación y se hablaba de lo que sea dentro de un muy buen nivel y el galán escuchando y grabando.
Un día este muchacho, andaba hablando de un pintor, que no se acordaba el nombre, pero se llamaba como un caballo.
Embocarla era dificilísimo, sin perjuicio que los caballos de campo pueden tener los nombres más inverosímiles.
A título de ejemplo no vamos a poner el Rocinante del Quijote, ni el Banana de Aparicio Saravia, sobreviviente de montones de batallas, porque con las armas de entonces, le tiraban al jinete y cuantas moras le zumbaron al tordillo o cuantos caballos del mismo pelo y el mismo nombre tuvo el que gobernó medio país sin ser presidente, el que “prefería ver a sus hijos pobres y con Patria y no ricos y sin ella”, al que una mora lo hirió mortalmente el 1º de setiembre en Masoller.
El muchacho seguía con el tema hasta que el mismo se avivó y le salió el nombre de caballo que tenía el pintor, se llamaba Picasso. Es verídico aunque Ud. no lo crea.
Cuando el físico no respondía a dormir a la entrada de la noche y levantarse, en mi caso, con las primeras luces, con un libro y arrancar para la playa.
Una mañana voy a abrir la puerta y veo pasar, por abajo del escalón que estaba enseguida de la puerta que estaba traspasando, a una crucera, si crucera larga y gorda, con los tubos de teléfono dibujados en el cuero, todo a lo largo y de los dos lados.
No tenía con qué darle, ni siquiera un palo de sombrilla, descubrí una botella con kerosene y cuando ya se estaba yendo le eche por arriba, mientras ella se metía por entre las piedras.
No la volví a encontrar, como respiran por la piel, puede que le haya hecho efecto y en caso contrario se mudó para otro lado donde no hubieran vecinos agresivos.
De madrugada, en la playa aparecían algunos trasnochados, durmiendo la mona, la falopa, algunas parejas totalmente desnudas jugando su juego, sin importarles un rábano mi presencia, ni yo me iba a desmallar ni ellos se habían problema.
Una noche como aquella del cognac, pero fresco, estaba en el porche del rancho, veo que se empieza a juntar gente, en la pasada que hace las veces de calle y miraban para arriba, me tenía como loco.
Me anoté y vi una luz que subía y que bajaba, potente la luz, que iba de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de arriba para abajo y de abajo para arriba.
Agarré como trompada para adentro del rancho y chapé la máquina fotográfica, una Cannon, de aquellas que no eran egoístas, que llevaban rollo, siempre le ponía de 35 exposiciones y me llevé otro rollo en el bolsillo.
Caminé para acá y para allá y meta fotos, parado, agachado, afirmado a un poste para que la foto no saliera movida. Me gasté el rollo que tenía puesto y volví a cargar la máquina y también lo terminé.
Fue el comentario de esa noche y de la mañana del día siguiente.
Estábamos en la playa y todos comentábamos el evento con los extraterrestres y había apartado un grupito donde estaba un tipo que no sé que vendía, hablaban del tema y se reían.
Entré en la conversa y les dije que había sacado como sesenta fotografías o más y se mataban de la risa.
El presunto vendedor, vendía unas cometas muy lindas, bien hechas porque bancaban los vientos del Polonio y ahí fue que me contaron que los extraterrestres eran una linterna luz laser atada a la cola de la cometa y los efectos de subir y bajar eran los aferrones y aflojes que él le daba a la piola y las corridas para una lado o para el otro de la playa.
Fui el hazme reír, de todos, claro que los que se reían también se habían tomado su vaso lleno hasta el borde lleno de marcianos o de otra galaxia, el único pelópidas que fotografió el evento fui yo, o por lo menos el que dijo haberlo hecho, porque no debo de haber sido el único gil.
Seguiremos con algún lobizón, un yaguareté atá, luces malas y uno que tenía cabeza de zapallo y no era Halloween.
Que todo sea para bien…
Huy que miedo? antes de saber la verdad sta jodido sacar fotos a una nave extraterrestre pensando…si se dan cuenta? a mi me saldrían todas movidas del cagazo…..jajajajaja