Se esta rodando: La Redota, una historia de Artigas
El director César Charlone, “El baño del Papa”, recrea la vida de José Gervasio Artigas en los momentos más dramáticos. Una Banda Oriental acechaba con los conflictos y las traiciones alejándose cada vez más de los ideales del General.
En 1884, le encargan al famoso pintor uruguayo Juan Manuel Blanes que haga un retrato de José Artigas. Aquel hombre que llegó a crear una “Liga Federal” en Uruguay y Argentina en la segunda década del siglo, en el marco de la gesta independentista de América, pero que luego fue derrotado y denostado durante 64 años.
De Artigas apenas se conoce El rostro a través de un dibujo de pocos trazos realizado en su vejez, por lo que Blanes debe imaginarlo por intermedio de sus ideas y la peripecia de su vida.
Entre los materiales que le entregan para “descubrirle” sus facciones, Blanes encuentra los apuntes de un tal Guzmán Larra un ex espía español contratado por el triunviro porteño Manuel de Sarratea, para que asesine a Artigas.
El jefe rebelde de los orientales que no se somete a la hegemonía de Buenos Aires, está acampado en el Ayuí, al norte de lo que es hoy Uruguay. Haciéndose pasar por periodista de un diario de Estados Unidos, Larra cruza El Río de la Plata rumbo a Montevideo, donde comenzará a conocer a Artigas a través de sus enemigos y detractores. Para ello, recoge las pistas por intermedio de sus admiradores y por las huellas físicas que ha dejado el éxodo del pueblo oriental cuando en el camino AL Ayuí, Artigas fuera traicionado por los porteños. Así abandonó el sitio a Montevideo, que continuó en poder de los realistas españoles.
Cabalgando por el territorio donde pasó el éxodo, descubre los despojos Del abandono, un pueblo vacío, la zona de la Banda Oriental controlada por los españoles, la de los indios y el área hostigada por los portugueses: es en ese ámbito donde se gesta El artiguismo.
Camaleónico, el perseguidor se va adaptando a sus interlocutores y a las circunstancias, para llegar al campamento Del Ayuí.
Cuando llega, le impacta ese “éxodo quieto” con 8.000 personas, donde se mezclan familias y guerreros, multirracial y diverso, en apariencia caótico pero al mismo tiempo militarizado.
Le sorprende la cultura rebelde y orejana del gaucho suelto. Individuo diestro con el cuchillo y el caballo.
Allí conoce la austeridad y el desprendimiento de los criollos, que dejaron todo por una idea remota; la exuberancia colorida de los quilombos negros, que se arraigan al terruño aunque fueron transplantados de otros universos. Como también reconoce la íntima comunión del indígena con la naturaleza, al punto que forma un solo paisaje. Allí es donde Larra conocerá al enigmático personaje que debe asesinar. Larra se internará cada vez más en ese mundo provisorio, donde la violencia se roza con la inocencia de una sociedad en gestación, donde todo está por crearse y lo único cierto es que es patas para arriba del mundo convencional.
Poco a poco, Larra comienza a dudar de su misión. Este ex espía cínico, preso en circunstancias que lo obligan a matar, se va habituando al gaucho, al mestizo, al indio, a una sociedad al aire libre, pautada por la traición y la incertidumbre.
El pintor Blanes termina comprendiendo cual es el trazo que define a su retratado: un aspecto que estaba más lejos de lo que suponían sus contemporáneos.
Bien por Serrat. Que se recupere rápido así lo podemos disfrutar un poco más.
Muy importante el trabajo de Charlone. El tomar esta figura emblemática que es Artigas y llevarlo a la pantalla grande , hace que se conozca más su ideario, las traiciones que padeció, y hasta el porqué se retiró al Paraguay para nunca más volver a su tierra tan querida. Que un cineasta como este , se embarque en esta premisa , nos garantiza, no sólo de ver una joya artística sino además una revisión histórica seria y no comprometida sino con la verdad. Cordiales saludos.