La casa de Punta Gorda, otra Marca de la Memoria
El jueves 29 de mayo se inauguró una nueva Marca de la Memoria. Esta vez en recuerdo de la que fuera una de las cárceles clandestinas de la dictadura, la Casona de Punta Gorda o Infierno chico”, como se la conocía.
La casa, situada en la Rambla República de México 5515, al lado del ex Hotel Oceanía, fue adquirida a principio de la década de 1970 por el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Luego de un operativo desarrollado en el año 1974 fue requisada por las Fuerzas Conjuntas, utilizada como centro de detención clandestino y finalmente puesto a la venta en el año 1983.
Por Iara Bermúdez y Waldemar García
El horror que vivieron los que pasaron por ese centro clandestino hace que algunos no quieran hablar de ese sufrimiento padecido.
El testimonio de Carmen Pereira en el libro “De la memoria al desolvido” es un claro ejemplo: “hoy a más de 25 años, aun le duele recordarlo, no quiere contarlo a sus seres queridos para no agregarles sufrimientos y para el resto asegura que la realidad supera a la imaginación.” (…) “Allí los días y las noches andan sin que se sepa cuándo es uno u otra, el tiempo en ese sitio no pasa, sólo se sabe que todavía se vive”.
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Fue a esa casa a la que llegaron desde Argentina, Floreal García, Mirtha Hernández, Héctor Brum, María de los Angeles Corbo y Graciela Estefanel y de ella salieron para ser ejecutados por el aparato represivo dictatorial, como supuesta “represalia” por la muerte del coronel Ramón Trabal en París, el 20 de diciembre de 1974 y abandonados cerca de la localidad canaria de Soca.
Alberto Silva en el libro “Julio Abreu, sobreviviente del vuelo cero” relata cómo las Fuerzas Conjuntas se hicieron con la casa: “Esta casa conocida como “el infierno chico”, regenteada por el SID (Servicio de Información de Defensa), fue conseguida por las Fuerzas Conjuntas luego de un descomunal combate: rodearon toda la manzana, realizaron gran despliegue de uniformados a guerra con camiones, jeeps, un helicóptero, tiras y ametralladoras. Primero se equivocaron de casa y allanaron la del vecino; luego ametrallaron el objetivo, dispararon desde todo ángulo, derribaron una puerta con una ametralladora fija, gasearon las habitaciones, intimaron a la rendición por megáfono mientras el helicóptero sobrevolaba la finca, sumaron más soldados al operativo, se cortaron más calles laterales… Cuando terminó el combate, luego de horas de maniobras, tiros, gritos y nervios, las fuerzas represivas se decidieron a ingresar: no había un solo habitante.”
En el acto de inauguración hicieron uso de la palabra Charna Furman, Clarel de los Santos, Ariel Soto, el parlamentario Enrique Rubio y la intendenta de Montevideo, Ana Olivera.
Charna Furman, miembro de la Comisión Marcas de la Resistencia e integrante del Partido Comunista, estuvo recluida en esta casa luego de ser detenida en lo que se denominó el operativo Morgan que –según dijo- tuvo bien puesto el nombre del pirata porque después de detenerlos, robaron todo, dejando casas y comercios vacios. Furman dijo que: “Acá en esta casa sufrimos las peores humillaciones físicas y psicológicas.”
Clarel de los Santos señaló que la casa “es un símbolo de lo que fue la barbaridad del terrorismo de Estado, de lo que fue la brutalidad de la represión. En esta casa pasaron tantos compañeros, muchos de ellos desaparecieron y nunca más supimos nada de ellos y todavía se sigue la lucha para que aparezcan o se sepa que fue lo que pasó con ellos”. De los Santos relató lo que vivió en esta casa: “En octubre de 1975 comenzaron a desfilar compañeros que éramos militantes del partido Comunista.” 50 o 60 compañeros que estábamos desnudos o en ropa interior, hombres y mujeres, todos juntos, que eso tenía una doble función: facilitar la tortura y tratar de degradarnos y deprimirnos. De plantón permanente, hostigados permanentemente sin que nos permitieran dormir ni descansar, sin que nos permitieran ir al baño. Los plantones eran intercalados con sesiones de submarino, picana eléctrica, colgadas, caballete, todas las formas de tortura que utilizaban en aquel momento. Hasta el año 76 o 77 se siguió usando esta casa para interrogatorios o para compañeros que trajeron de BS. As. y los escondieron ahí. Esa casa se ha convertido en un símbolo de la represión y es injusto para las personas que viven en esta casa hoy la notoriedad de ese símbolo y es también injusto que la marca esté tan distante de la casa. Propuso que esta casa junto con otras como la Cárcel del pueblo sean expropiadas y convertidas en museos que sirvan para recuperar la memoria y que sirvan para educar a las futuras generaciones en lo que fue el terrorismo de estado, para fortalecer de esa manera los sentimientos a la democracia y a la institucionalidad del país y para que nunca más puedan ocurrir hechos como los que ocurrieron en el pasado.
Ariel Soto, integrante del grupo Orletti, que fueron trasladados desde Buenos Aires en el mal llamado –según Soto- primer vuelo, hizo mención especial a tres de sus compañeros de viaje y que hoy ya no están entre nosotros. Primero nombró a “El viejo” Enrique Rodríguez Larreta, “a quien –dijo- le debemos mucho de la recuperación de la Memoria y también que alguno de los torturadores estén presos.” En segundo lugar mencionó a Asilú Maceiro, “La Vieja Coca”, enfermera del Hospital de Clínicas que fue secuestrada junto con Sara Méndez en Bs. As. y que luchó hasta el último día contra la impunidad”. Por último tuvo un recuerdo por Sergio López Burgo fallecido hace poco tiempo. Abogó por que la identificación de la casa fuera más clara, refiriéndose a lo alejada que está la “Marca de la memoria” de la propia casa. Comentó, así mismo, que nunca se ha llevado a cabo una inspección judicial de la casa y que los testimonios y los relatos de los que pasaron por allí no son materia de investigación judicial, que esto es una materia pendiente para las organizaciones de DD.HH., para todos los que luchan contra la impunidad, para los que piensan que hay que hacer un ejercicio activo de la recuperación de la Memoria de la lucha contra el terrorismo de Estado, para finalizar remarcando la importancia que tiene el haber señalado esa casa como símbolo en la lucha contra la dictadura.
A continuación habló el senador Enrique Rubio, otro de los ex presos que pasaron por esta casa. Rubio comentó como fue trasladado al Infierno Chico desde el penal de Punta Carretas en el que se encontraba recluido, donde fue torturado para sacarle información, que –según dijo- no obtuvieron, y después de unos días, devuelto al penal. “La paradoja –comentó- es que festejábamos que había vuelto a “casa”, en aquellas circunstancias”. Explicó que la historia es una cosa y la Memoria otra. “La historia –dijo- es la reconstrucción científica de lo que sucedió desde distintas miradas, mientras que la Memoria es una construcción social. Es la forma en que cada pueblo va haciendo su visión del pasado y es una Memoria plural.”
Por último tomó la palabra la Intendenta de Montevideo, Sra. Ana Olivera, que hizo una comparación de las Marcas que se habían puesto hasta entonces con la que se estaba inaugurando en ese momento. Esta Marca a diferencia de las otras, “que están más vinculadas a un reconocimiento: el reconocimiento a los jóvenes de la primavera de 1983; a los dirigentes sindicales en la declaratoria de la huelga general; con el río de libertad del Obelisco, quizás -dijo- tan tremenda como ésta fue la de las ‘muchachas de abril’, pero acá en esta Marca de la Memoria es donde está sintetizada toda la bestialidad, la brutalidad, el odio hacia el pueblo uruguayo que se manifestó en la época del terrorismo de Estado.” Prometió que la Marca se va a colocar en el lugar que las instituciones crean que debe estar, en referencia a la distancia que la separa de la casa. Señaló que en un primer momento se pensó que el sitio más apropiado era en el que se fijó en un primer momento, pero que se pondrán frente a la casa haciendo caso de las reclamaciones realizadas por algunos colectivos. Finalmente señaló que espera que “para octubre, en que el Patrimonio es el espacio público, estos espacios públicos sean parte de un recorrido que armemos juntos para honrar la Memoria, por Verdad, Justicia y Nunca Más.”
El jueves 5 de junio, ya cerrada esta edición de El Reporte, se inauguró una nueva Marca de la Memoria. Ésta, que hace la número 21, se plantó frente a la sede de la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (UNTMRA) en Luis A. de Herrera y Mariano Soler. Este local fue usado por la policía como comisaría y cárcel, durante los años de la dictadura.