Moda incomoda al propio usuario
Por COMOUSTÉ
Hay temas que no me son ajenos por herencia. Soy producto de una familia que estuvo generaciones atrás muy vinculadas a la fotografía. Dos tíos abuelos míos tuvieron casa de fotografía desde principios del siglo XX hasta mediados de los años sesenta.
Ahí mis hermanos aprendieron el oficio, pero yo llegué tarde porque la película había empezado mucho antes que yo naciera y soy un inútil total para sacar una fotografía, pero sí sé cómo no se debe sacar, por tradición oral algo del oficio me quedó.
Antes si uno quería sacarse una fotografía tenía tres opciones, ir a un estudio, llamado Fotografía, y allí un profesional procedía a sacar la foto con aquellos maquinones.
Daba tanto para una foto carnet como para una fotografía de casamiento.
La segunda opción era sacársela en casa con la máquina de cajón con la que no había que enfocar nada, simplemente asegurándose que estaba cargada se procedía a accionar el disparador, previamente peinado y afeitado y debidamente vestido.
La tercera opción era el fotógrafo de plaza, con aquellas máquinas que eran un laboratorio completo, donde el fotógrafo metido debajo de una especie de cobija para que no entrara luz, no solo enfocaba, sino que revelaba la placa negativa y procedía a sacar la copia y secarla.
Un Ministro de la Suprema Corte de Justicia de aquella época, los funcionarios le decían “fotógrafo de plaza”, porque un empleado entró al despacho y el hombre estaba haciendo no se qué, sólo él y la dama lo sabían, metido debajo de aquellas polleras largas que llegaban al piso, de una secretaria que estaba sentada en la mesa del escritorio y con eso se granjeó tal nombrete.
Sé el nombre del Ministro pero dejó familia y para que divulgar los gajes o gajos del oficio del hombre, esos chimentos se dejan para los tiempos modernos donde el jet set vive de eso.
Los auténticos fotógrafos de plaza, por lo general eran extranjeros que no dominaban el idioma, pero como lo único que tenían que saber lo hacían ellos, el trato con el público era ponerlos en pose de fotografía, cosa que se hacía manualmente buscando el sol, y cobrarles a los clientes
Onassis, antes de casarse con la hija de Stavros Niarchos, cuando era un pobre emigrante griego en el puerto de Buenos Aires, vendía corbatas y lo único que sabía decir era “un peso” para cobrar.
Cuando la segunda guerra había muchos judíos y también hubo armenios.
Las cámaras fueron evolucionando y en mi casa había unas cuantas cámaras pero mis hermanos, que cuidaban y administraban los vintenes que les daba el Viejo, en un remate, compraron varios rollos en lata de película virgen de 35 mm para filmar cine, cosa que tal vez desanimó a los eventuales compradores, pero como era del mismo pase que la Retina, una máquina fotográfica que había en casa, ellos se avivaron y compraron barato y en el altillo habían tapado todas las aberturas y rebobinaban los grandes rollos y se hicieron cientos de rollos pequeños de película para fotografía.
Con ese sistema habían logrado abaratar el costo negativo prácticamente a cero y lo único que gastaban era hipoclorito de sodio y algún otro producto más para el revelado, un fijador y agua corriente, más el papel sensible en que se perpetuaban las fotografías.
Mi hermano del medio, descubrió una cosa que resultó un buen negocio, iba con su cámara puerta por puerta y cuando salía el nene o la nena, le sacaba una serie de fotografías y luego en casa la imprimía todas en una sola hoja de papel sensible de 0.18 por 0.24 y volvían a la casa y se la mostraba a los padres una foto con cinco caritas y les ofrecía en venta la fotografía, un 90% de los padres compraban las cinco fotos que habían tenido el costo del papel sensible, porque lo demás estaba amortizado.
Se podían sacar fotos a niños sin problema porque eran otras épocas.
Hoy por una foto se arma la grande, con el tema secuestros, violaciones, venta de órganos, etc.
Como todos los descubrimientos de mi hermano siempre produjeron buen dinero y suficiente, pero después se aburría y los dejaba por el camino.
Lo mismo hacía por los años cuarenta con el turismo en Punta del Este, se iba para la península a pesar de mis Viejos, diciéndoles que iba a volver poco menos que millonario, pero el secreto de los millonarios es que no gastan mucho, y el gordo despilfarraba el dinero, además era ganador con las damas, a tal nivel que un día se iba conversando a una joven y con la bicicleta que llevaba de tiro pisó una víbora (léase culebra) y el reptil lo picó.
No creyó nada más oportuno que matarla y dejarla a los días supimos que no era venenosa, sino no estaría contando esta anécdota como divertida y a él no le hubiera. Quedado la cicatriz que le quedó.
Alquiló una casa, la cual tenía bañera, y la llenaba de agua para enjuagar las fotografías después de reveladas.
Las colgaba con palillos en cuerdas para que se secaran, pero antes las ponía con papel blanco como separador y algo pesado arriba para que se plancharan.
Cuando volvió a Montevideo, volvió pelado como talón de angelito, porque en gastos de representación y otros menesteres se gastó los millones que pensaba traer para pasar el resto del año estudiando.
Pasaron los años y muchos, tantos que ninguno de mis hermanos está sobre la superficie del planeta, quedo yo para contarlo y hete aquí que aparecieron los celulares con cámara que han terminado con la fotografía de terceros, salvo los fotógrafos profesionales de eventos.
Hoy día vivimos en una selfie sola, una autofotografía, claro que no hay una escuela o un manual para no ser camello sacándose fotos.
Necesariamente la mayoría de las fotografías son sacadas en baños, por le elemental razón de sacarla frente a un espejo, cosa que uno se da cuenta fácilmente porque cualquier cosa que tenga letras, como ser una remera, la leyenda aparecerá con las letras invertidas.
Muchachas todas como tomando mate sin bombilla, o sea pura trompita, no sé quién les ha dicho que para estar bien tienen que estar como el elefante con la trompa para afuera.
Si es sacada en el espejo del dormitorio se verá toda la pieza desordenada, la cama sin tender, y un revoltijo de la masita.
Si es una foto de exteriores, se verá necesariamente en el piso la sombra del que accionó el disparador de la cámara.
Y por último, la promiscuidad, en un mano a mano entre cuatro paredes con la cámara lleva a sacarse o sacar ciertas fotografías, como si fueran botines de combate.
No todas las mujeres se prestan para cierto tipo de fotos o videos, pero cada cual tiene su morbo y páfate, fotografía de dama en cueros, como trofeo de guerra del aguerrido galán a contrapelo.
Claro que pensar, es una cosa que hacían los griegos o los romanos y en su época no existía ni el daguerrotipo.
Claro que piensan pero después que voló la perdiz y como el celular nunca debe faltar en el bolsillo del caballero ni en la cartera de la dama, en un abrir y cerrar de ojos pasan a la historia.
Se mandan como mails y los reciben los amigos y las amigas y la cosa da para el escarnio público y más si se trata de un personaje público, que ha distado muchas veces normas de conducta, efímeras por los medios, claro que siempre de terceras personas, y cuando los agarran los chimangos, o los cuervos no les dejan nada que brille entero.
Acuérdense de un personaje de la televisión muy inteligente, muy preparado que le hizo transpirar las manos a más de cuatro personajes públicos, hoy fallecido, el transgresor y brillante Gustavo Escanlar.
Cuando cometió una torpeza, de esas que cometen las personas agobiadas por el trabajo, apremiado por los tiempos que siempre son cortos, tomó un texto ajeno como propio y lo colgaron de los pulgares por plagio, los mediocres y lo incineraron en la plaza pública, a la mejor usanza de la revolución francesa y después de un largo tiempo fuera de circulación en los medios, que era de lo que el buen hombre vivía, con familia chica, por un tema de drogas lo volvieron a crucificar y una breve enfermedad se lo llevo.
Cuanto más alto ha llegado una persona y cae, mayor ruido hace.
Otros casos se han dado y la estulticia no perdona, al detenido que admite el delito marcha preso irremediablemente, no estamos como en Estados Unidos que si confiesa y entierra a varios le cambian la tipificación del delito.
Claro que en estos momentos en que la técnica permite ponerle la cara de otro, los pies de un tercero y la voz de un cuarto, negando y negando y siempre negando, quedará la sombra de la duda pero por lo menos, ante la duda no lo masacran al hombre.
Pero los medios son peligrosos, dan vida muy fácilmente a personas que no deberían necesariamente ser famosas y las hacen famosas, pero llegado el momento después de tenerlos en el pináculo más alto los hacen pomada contra el piso.
Lo que fue pedestal de un monumento termina siendo lápida de una sepultura..
Los que dictan cátedra de moralistas hoy, fueron peores que el sujeto devenido en culpable.
Con esto de las vacaciones primaverales en una estación que no llega aún le hice este favor a mi compañero Lorenzo Olivera, por sus hijos.
Y como digo siempre al final de mis artículos, que todo sea para bien…
jajasjajaja las maldades de antes eran sacarse una foto con la chica serca de la mueblada que lio que se armaba…hoy se sacan el video explicito…y te pregunta cuando lo vas a subir para verlo….jajajajaja……..
antes en las fotos eras vos ahora con el fotoshop ni vos te conoces.