Inteligencia Artificial en obras de arte
El futuro para el valor de la creatividad de los humanos, es muy impredecible, pues la Inteligencia Artificial ya ha dado pasos agigantados en esta área, por ejemplo en la música.
El creativo virtual ya compone música emulando el estilo de celebres músicos autores.
Un nuevo tema de The Beatles se dio a conocer a fin del año pasado, y para conocer las entrar aquí ‘La IA compone música’, publicamos y conocerás los detalles.
Pero aunque la obra, llamada Daddy’s Car, tiene el estilo inconfundible del mítico grupo de Liverpool, no es una canción perdida en la historia que se descubrió ahora, sino una obra compuesta por una máquina que Sony incluirá en un álbum inminente.
Los investigadores de la discográfica desarrollaron un sistema inteligente, llamado Flow Machines, que es capaz de aprender estilos musicales en función de una base datos con más de 13.000 canciones. Así, esta solución de inteligencia artificial puede componer canciones. En el caso del tema de los Beatles, la obra cuenta con arreglos realizados por el compositor francés Benoît Carré, que también escribió letra.
Este ejemplo, como esculturas realizadas con impresoras 3D o novelas escritas por robots, lleva a preguntarse si la creación de un software puede considerarse una obra de arte, tal como un film de Kubrick o una sinfonía de Mozart. O una canción de The Beatles, para el caso.
“Si bien al hablar de arte es difícil generalizar, a priori las soluciones de inteligencia artificial son herramientas como cualquier otra, por lo tanto no condicionan la obra, ya que en algún grado siempre hay participación de un humano, tal como en el caso de la canción Daddy’s Car. De hecho, hay muchas obras que tienen un autor, aunque algunas etapas de su creación son tercerizadas”, opina Diego Bianchi, un artista que realiza esculturas, instalaciones y performances, y es un referente del arte contemporáneo local, cuyas creaciones se han expuesto en el Pérez Art Museum Miami y en el Malba, entre otros.
Sus palabras coinciden con la opinión de Matías Zabaljáuregui, un profesional formado tanto en el campo de la ciencia como de la música. De hecho, él es coordinador del programa de Data Science de la coding school Digital House y es candidato a un doctorado en Ciencias de la Computación en la Universidad de La Plata con una tesis sobre composición de música algorítmica colaborativa. Además, es miembro del programa de investigación en sistemas temporales y síntesis espacial en el arte sonoro en la Universidad de Quilmes, y docente de la Universidad Nacional de las Artes.
Por otra parte, estudia música de manera formal desde los 6 años y es guitarrista del grupo de rock Pérez, que en los próximos meses lanzará su cuarto disco. Para él, no hay dudas de que las creaciones que surgen utilizando inteligencia artificial son arte. “De hecho, sería extraño que los artistas no estuviéramos usando estas herramientas, que son propias de nuestro tiempo, así como en el pasado se fueron incorporando otros elementos en las distintas instancias de la creación. Definitivamente, el arte es permeable a las transformaciones científico-técnicas”, agrega.
¿En dónde está el arte?
Maxi Pardo (http://www.lanacion.com.ar/1958809-musica-para-hipoacusicos-gracias-a-un-dedal-de-diseno-nacional) es un cantautor argentino que, además de presentarse en el mercado local ha acompañado en el exterior a figuras internacionales, como Ricardo Arjona, Rosana, Gino Vannelli y Camilo Sesto, entre otros. Es, además, compositor para editoriales y cadenas televisivas, que utilizan sus canciones en telenovelas y cortinas de programas. A su criterio, “arte es cualquier creación que, más allá de su autor, tenga la capacidad de transmitir y generar emoción en otras personas”, por eso cree que en el corto y mediano plazo la intervención de un humano será inevitable a pesar del desarrollo tecnológico “ya que, por ejemplo, las canciones, no se componen únicamente con inteligencia lógico matemática, sino que las vivencias y las emociones cumplen un rol central”.
Sin embargo, dado los avances científicos, el cantautor cree que en el futuro estas soluciones podrían ser capaces de crear arte de manera autónoma, siempre y cuando logren ese feedback por parte del público.
Bianchi es más conservador. Opina que una pieza será artística siempre y cuando un artista tome decisiones en el proceso de creación. En este sentido, con nuestros dispositivos móviles todos podemos jugar a que somos artistas convirtiendo fotos y videos convencionales en distintos estilos desarrollados por pintores como Vincent van Gogh, Pablo Picasso o Edvard Munch, entre otros. Para eso, solo basta con descargar aplicaciones (http://www.lanacion.com.ar/1924442-despues-de-prisma-llego-artisto-la-aplicacion-para-crear-videos-con-efectos-especiales) que procesan nuestras capturas y les colocan un filtro con el estilo mediante la combinación de redes neuronales e inteligencia artificial. “En este caso el arte no está dado por el usuario que elige el filtro, sino por las personas que desarrollaron estas aplicaciones”, opina.
Larga vida a los artistas
Si las ideas de Pardo se hacen realidad, y dado que los robots ya le están quitando el trabajo a distintos perfiles laborales (http://www.lanacion.com.ar/1975571-la-robotizacion-sustituira-a-millones-de-trabajadores-pero-no-sera-rapido), ¿podrían los artistas ser reemplazados por máquinas?
Bianchi no teme a que los avances de las nuevas tecnologías vayan a terminar con los artistas, porque siempre se tratarán de meras herramientas: “No hay forma de que el arte esté totalmente automatizado, porque en todos los casos debe haber un aporte de sensibilidad y conexión con el momento que sólo los artistas pueden aportar”.
Pardo coincide en que los artistas humanos seguirán existiendo, aunque les da a las soluciones un rol más preponderante: “Un dilema similar surgió cuando nació la música electrónica y se ponía en tela de juicio el rol de los DJ. Sin embargo, hoy nadie duda de que ellos hacen arte. De cara a futuro, creo que artistas humanos y artificiales van a convivir, tal con lo vienen haciendo los estilos e instrumentos. De hecho, ya hay bandas virtuales, cuyos miembros son personajes animados, aunque la música y los productores son humanos, y de esta fusión salen álbumes, videoclips y hasta recitales. Otro ejemplo son los conciertos holográficos de estrellas que ya no existen, como Michael Jackson y Frank Sinatra (http://www.lanacion.com.ar/1867957-hologramas-cuando-la-realidad-supera-a-la-ficcion)”, concluye, y se queda pensando en la posibilidad de que en el futuro surja una nueva especie de arte, totalmente creada por soluciones artificiales, aunque esto no implicará, de ninguna manera, que desaparezca la profesión de artista.
Frente a este panorama, Zabaljáuregui propone repensar el rol de los artistas, porque también cree que, en el futuro, habrá máquinas artistas. Sin embargo, lejos de que desaparezca la profesión, estas personas realizarán otras tareas, tales como desarrollar los algoritmos que crearán las canciones, esculturas o pinturas, entre otras piezas de arte, y hacer la curación de esas obras.
“Los artistas deberían capacitarse en las técnicas propias de nuestro siglo. Por eso, las escuelas de arte deberían incorporar a su plan de estudio materias como programación y pensamiento digital, para que cada uno luego decida qué herramientas usar y cuáles desechar.”
Tal como sucede con tantas otras profesionales, a medida que se vaya automatizando gran parte de las tareas artísticas, las virtudes que van a sobresalir en estas personas van a ser el pensamiento crítico, la creatividad, la sensibilidad y la empatía. Por eso, los entrevistados consideran que los artistas siempre serán requeridos para aportar una mirada crítica. “Además, quienes quieran podrán seguir expresándose como antaño, ya sea tocando una guitarra, el piano o cualquier otro instrumento, porque todo es arte”, concluye Zabaljáuregui.