Año internacional de la solidaridad con Palestina
La Asamblea General de la ONU aprobó por amplia mayoría una resolución que declara a 2014 Año Internacional de Solidaridad con el Pueblo de Palestina.
La iniciativa obtuvo 110 votos a favor, mientras 56 países se abstuvieron y Estados Unidos, Canadá, Australia, Micronesia, Palau, Islas Marshall e Israel votaron en contra.
Por Iara Bermúdez y Waldemar García
El texto encarga al Comité de la ONU para el ejercicio de los derechos inalienables de Palestina la realización de actividades a lo largo del año próximo, que en coordinación con gobiernos y organizaciones garanticen la solidaridad con ese pueblo árabe.
El Comité creado por la Asamblea en 1975 había propuesto la celebración, la cual encontró acogida en bloques multilaterales y regionales, así como en países a título nacional, que demandaron el inmediato reconocimiento de Palestina como un estado independiente y miembro pleno de la ONU.
Además, denunciaron la hostilidad de Israel, expresada en la colonización a través de nuevos asentamientos en los territorios ocupados, el bloqueo a la Franja de Gaza, la construcción del Muro de Cisjordania, los ataques a templos en Jerusalén Oriental, los asesinatos a civiles y las redadas continuas.
El Movimiento de Países No Alineados, la Unión Africana y la Organización de Cooperación Islámica, junto a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Malasia, Irán y otras naciones, consideraron que el fin de tales prácticas es la clave para la solución de los dos estados conviviendo en paz y seguridad, con las fronteras anteriores a 1967.
La Asamblea también aprobó otras resoluciones relacionadas con Palestina, las cuales se refieren al rechazo a los asentamientos, el seguimiento a la cuestión de ese pueblo árabe que demanda su autodeterminación, el impulso al proceso de paz con Israel y la participación de la sociedad civil en la búsqueda del diálogo.
Estas iniciativas no fueron respaldadas por Israel, Estados Unidos, Canadá, Micronesia, Palau e Islas Marshall, mientras Australia se opuso en algunas votaciones y se abstuvo en otras.
Richard Falk, (Profesor Emérito de Derecho Internacional en la Universidad de Princeton y Distinguido Profesor Visitante de Estudios Globales e Internacionales en la Universidad de California, Santa Bárbara) publica en su blog algunas consideraciones muy interesantes.
“Podemos esperar en el alba de 2014 que la ONU será vigorosa al otorgar al Año Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino un significado político que vaya más allá de palabras de compasión y apoyo. Existe una oportunidad de hacer más. La resolución de la ONU llama al trabajo con la sociedad civil. Recientes acciones en EE.UU. para sumarse a los boicots de instituciones académicas israelíes y en Europa para responsabilizar a corporaciones según el derecho internacional por comerciar con colonias israelíes son grandes éxitos del activismo de la sociedad civil, dirigidas por la campaña de BDS campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones contra el sistema de ocupación, colonización y Apartheid israelí que tiene la importante virtud legitimadora de la dirigencia y el respaldo palestinos. La ONU puede ayudar a crear un ímpetu en el movimiento global de solidaridad que alienta formas militantes no violentas de acción coercitiva que de por sí dará un buen nombre a la ‘solidaridad’”. …. “Los palestinos comienzan a ganar la Guerra de la Legitimidad que está siendo librada contra políticas ilegales de Israel y por cuenta del logro de los derechos palestinos.
Probablemente se puede atribuir el origen del momento decisivo en la opinión pública mundial a la manera cómo Israel libró la Guerra del Líbano de 1982, especialmente su dependencia confesa del uso de fuerza desproporcionada dirigida contra vecindarios residenciales, especialmente en el sur de Beirut, una táctica que llegó a ser conocida como Doctrina Dahiya. El momento clave en el cambio de la identidad colectiva israelí de la de víctimas y heroicos desvalidos a la de ilegales perpetradores de una guerra opresiva contra un pueblo totalmente vulnerable, tuvo lugar en la Operación Plomo Fundido, el continuo ataque con armamento de alta tecnología contra el pueblo de Gaza durante tres semanas a fines de 2008. Después de esos eventos, se comprendió mejor que los palestinos son un pueblo victimizado, involucrado en una justa lucha por ganar sus derechos según el derecho internacional, y necesitado y merecedor de un movimiento internacional de apoyo para compensar el poder brutal israelí y su dominación geopolítica. Los dirigentes y los think-tanks israelíes hacen lo posible por desacreditar la Guerra de Legitimidad Palestina afirmando falsamente que va dirigida contra la legitimidad de Israel como Estado en lugar de oponerse a las políticas ilegales del Estado israelí. Es una diferencia crucial, y la distinción parece deliberadamente oscurecida por la propaganda israelí que ha inflado lo que buscan los palestinos para hacer que su activismo parezca ser hiperbólico, con demandas irracionales e inaceptables, lo que facilita desecharlas en lugar de encarar críticamente las quejas palestinas en su actual forma. Es de esperar que el Año Internacional de Solidaridad en su trabajo aclare esa distinción entre Israel como Estado y las políticas israelíes. Dentro de un marco semejante, la ONU merece crédito por contribuir a victorias en todo el mundo que hacen progresar la agenda de la Guerra de la Legitimidad que está siendo librada por y por cuenta del pueblo palestino, y al hacerlo, acercan en algo el debate a la realización de una paz justa y sustentable para ambos pueblos.”
Noam Chomsky en una entrevista con Amy Goodman refiriéndose a la situación de los Palestinos de Gaza que se encuentran totalmente aislados: “Esto es algo evocador; esto no es novela, desafortunadamente. Si revisas la historia de Sudáfrica, ocurrió algo muy parecido. En 1960 los sudafricanos sabían que se estaban convirtiendo en un estado “pariah”. El ministro de Asuntos Exteriores de Sudáfrica llamó al embajador de Estados Unidos y le dijo: “Mira, sabemos que todos van a votar en contra nuestra en Naciones Unidas. Vamos a afrontar todo tipo de problemas. Pero mientras ustedes nos apoyen, eso no supone ninguna diferencia”. Ese es el principio que tuvieron ahí. Hasta el final de la administración de Reagan, en 1988, EE. UU., junto a Gran Bretaña, seguía vetando y bloqueando las resoluciones que reclamaban cualquier tipo de sanciones, y apoyando las atrocidades y los crímenes en Sudáfrica. Esto es como una repetición de eso. Mientras Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, continúe jugando su crucial rol de apoyo, desafortunadamente, estos sucesos continuarán.
Y esto tiene mucha importancia para personas como nosotros, los ciudadanos estadounidenses. Es nuestra responsabilidad. Quiero decir, Sharon pudo haber tenido, como la comisión Kahan afirmó tratando encubrirle, una responsabilidad indirecta en Sabra y Shatila -en realidad tuvo una responsabilidad directa. Pero nosotros tenemos una responsabilidad directa por el hecho de que nuestro gobierno está facilitando de forma crucial todo esto.
Finalmente Chomsky se refiere a lo que debería hacer el gobierno de EE.UU.: “Esto que está apoyado por el mundo entero, ha estado bloqueado por Estados Unidos durante 35 años. Deberíamos cambiar esa política, unirnos al mundo, y llevar a cabo las medidas que posiblemente puedan traer una paz semidecente.”
Mientras, la lucha pacífica del pueblo Palestino se desarrolla con acciones como la que están realizando más de 300 activistas palestinos que –según publica Diagonal.es- “han reocupado desde el viernes la aldea de Ein Hijleh, situada en la estratégica área del Valle del Jordán (ilegalmente ocupado por Israel desde 1967) en protesta contra la anexión de tierras y la constante “judeización” de la zona por parte del Estado hebreo. “Nosotros, las hijas e hijos de Palestina, anunciamos hoy el renacimiento del pueblo de Ein Hijleh”. Así proclamaban los activistas convocados por los Comités de Resistencia Popular –organización que engloba varios movimientos de lucha noviolenta contra la ocupación israelí– la toma de la aldea situada a orillas del río Jordán.
La acción se enmarca dentro de la campaña “Melh A-lArd” (la sal de la tierra), que debe su nombre al capítulo del Evangelio donde se identifica a los habitantes del valle del Jordán como “la sal de esa tierra”. Cargados con víveres, materiales de construcción y un generador eléctrico, los participantes entraron en el antiguo poblado de origen cananeo (en la actualidad propiedad de la iglesia ortodoxa) y dieron comienzo a la rehabilitación y reconstrucción de la aldea.
Mahmoud Zhaware, miembro de los Comités de Resistencia Popular explica que el objetivo de la acción a corto plazo es “denunciar la anexión de territorio y la judeización del valle del Jordán por parte de Israel, y reivindicar el origen árabe de estas tierras”. También sostiene que “se pretende utilizar el espacio como lugar de confluencia para reforzar las redes entre la sociedad palestina y fortalecer así la resistencia popular”. Desde la noche del viernes, los activistas han estado sometidos a un continuo sitio por parte del ejército israelí, que rodea el poblado y controla los accesos dificultando la entrada de agua y alimentos al lugar. Ayer 4 de febrero, cuando se cumplió el quinto día de protesta, el ejército entró en la aldea disparando gas lacrimógeno y incluso fuego real hiriendo a dos de los activistas.
A pesar de todo, a día de hoy, Ein Hijleh sigue “reocupado” y se están llevando a cabo actividades tanto culturales y políticas como de rehabilitación y acondicionamiento del espacio, ya que la intención, según los organizadores, es quedarse.
La acción de Ein Hijleh sigue la estrategia de Bab el Shams y Ahfad Yunis, dos campamentos similares levantados un año atrás por activistas palestinos en la llamada zona E1, una porción de tierra estratégica en el este de Jerusalén, donde el estado israelí planea construir asentamientos ilegales que dividirían Cisjordania en dos y imposibilitarían así la creación de un estado palestino.
Al igual que en los dos campamentos anteriores, en esta ocasión la elección del lugar tampoco ha sido arbitraria. Ein Hijleh está situado en el Área C de Cisjordania, lo cual significa que está bajo control total civil y militar israelí. Precisamente, uno de los temas que se encuentra sobre la mesa de negociaciones entre israelíes y palestinos, es la futura presencia israelí en el Área C del valle del Jordán. Según los organizadores, el emplazamiento de la acción fue elegido “para denunciar el plan del secretario de estado estadounidense, John Kerry, que pretende establecer un estado palestino desfigurado y posibilitar la permanencia militar israelí en el valle del Jordán”.
Lo que empezó en 1968 con la construcción de tres asentamientos y unos centenares de colonos, se materializa a día de hoy en 39 asentamientos que salpican la geografía del valle del Jordán, con más de 10.000 colonos que los habitan.
La férrea ocupación militar que impone Israel dificulta enormemente la vida diaria de la población palestina originaria. El valle del Jordán posee una de las mayores reservas de agua subterránea de la zona. La explotación de dichos acuíferos por parte del Estado hebreo reduce la cantidad de agua de la que pueden disponer los residentes palestinos. Así, según la organización israelí B’tselem, los colonos reciben un volumen de agua mucho mayor que la cantidad con la que sus vecinos palestinos deben conformarse. Mientras que en los asentamientos el promedio de consumo de agua es de 450 litros por persona al día, para los palestinos de la misma región, el consumo medio es de 60 litros por persona y día.
Otro de los dramas diarios a los que se enfrenta la población palestina del valle del Jordán es la sistemática demolición de casas por parte del gobierno israelí. Desde enero del 2006 hasta abril del 2013 la administración civil israelí demolió, al menos, 315 unidades residenciales palestinas, dejando sin hogar a más de 1.577 palestinos, siempre con datos de B’tselem.
El movimiento de Boicot Desinversiones y Sanciones (que aboga por aplicar dichas medidas coercitivas a Israel hasta que cumpla con el Derecho Internacional y el respeto por los Derechos Humanos) tiene, en las empresas israelíes que se encuentran establecidas en el valle del Jordán, uno de sus flancos de lucha principales. Compañías como Mehadrin (el mayor exportador israelí de frutas y vegetales) o Ahava, (empresa de cosmética que utiliza minerales del Mar Muerto) se encuentran en el punto de mira de la campaña de BDS, debido a que realizan su actividad productiva en los Territorios Ocupados Palestinos, incumpliendo así la legalidad internacional.”