El corazón perruno es más tierno que el corazón humano
Los trabajadores no podían creer lo que sus ojos veían. En todo este país, millones de perros callejeros o abandonados se sientan dolorosamente en las casas de gente piadosa o en cualquier lugar, esperando a que alguien los lleve a un hogar para siempre o, lamentablemente, a su inevitable desaparición.
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Más a menudo que no, estos pobres caninos por las circunstancias tendrán que ser puestos a dormir (valga el humano eufemismo), pero de vez en cuando un milagro se produce.
En esta historia, lo que debería haber sido un final feliz para un perro de la calle llamado Trompita, se convirtió en un cuento retorcido de angustia que nadie esperaba…
Trompita el perro estaba frío y solo, y vagando por las calles de un barrio nuestro.
Aunque no estaba claro de dónde venía, estaba claro que ella estaba en extrema necesidad de ayuda, por lo que cuando los trabajadores de la construcción la recogieron en el día, lo primero que hicieron fue alimentarla en la obra con sobras, que no son muchas en la construcción, sino más bien de asado cuando la cosa anda un poco menos peor o algún trozo de tortilla cuando el mes es más largo que el sueldo, porque para los albañiles cada día que pasa los meses son mucho más largos que los cobros de las dos quincenas.
A diferencia de muchos perros vagabundos que se tiran Trompita nunca fue un candidato para ser puesto a dormir. Después de todo, los refugios sólo ponen a los perros en último recurso, o si están enfermos incurables o incapaces de ser mascotas.
Trompita, era mezcla de La Paz Suave con Oxibitué finos, claro que no era ninguna de esas cosas…
Era evidente desde el principio que Trompita obviamente estaba bien cuidada antes de que la encontraran.
Era obediente, sana y de buen comportamiento, y parecía tener un especial cuidado con los hombres mayores del barrio.
Sin embargo, tampoco tenía problemas con las mujeres. Trompita debe haber sido la mascota perdida de alguien o por alguien.
Un domingo, Trompita estaba a la luz del sol, cuando de repente, el sereno de la obra notó un cambio en su comportamiento.
Se paró de golpe, con las orejas paradas, y se iluminó por completo cuando dos parejas pasaron por frente al tejido de la obra.
Un hombre incluso se inclinó para jugar con Trompita a través de la valla metálica.
Ella parecía tan feliz, meneando la cola y tratando de conseguir pasar a través de la cerca.
“Zuzu se iluminó como un árbol de Navidad … ella parecía el perro más feliz … comentó el sereno de la obra.
El hombre y su familia deben haber sido sus “Podríamos decir dueños, se acercaron al tejido y se notaba que sabían exactamente quién era y ella sabía quiénes eran ellos”, agregó el sereno que como buen paisano sabe de perros y de cristianos, ambos mal llamados así.
“De repente se convirtió en un perro totalmente diferente en el momento en que los vio.”
Desafortunadamente, pronto se hizo evidente que quienquiera que fueran estas personas, no estaban allí para se los dueños de Trompita, que venían a rescatarla de su nueva vida provisora.
Creyendo que debían de ser los dueños de Trompita, el sereno fue a hablar con la gente.
Pero cuando habló con la familia: un hombre y una mujer que el sereno dijo parecían ser una pareja mayor y una pareja de hijos, y su verdadero propósito se hizo claro.
A través de una breve conversación, el sereno se enteró de que la familia de cuatro era de hecho propietario de Trompita sólo que no habían venido a reclamar su perro o llevarla a casa.
No, la mezquindad humana estaban allí tratando de encontrar un nuevo perro: un reemplazo para el perro que pensaban haber perdido cuando se escapó de ellos.
¿Pero por qué no tomar Trompita?
No tenía ningún sentido.
Según todos, Trompita era uno de los perros más agradables, obedientes y de buen temperamento que en la obra había tenido.
Lo que es más, el animal se moría de ganas de volver con ellos.
Ella no había huido a propósito, obviamente había salido y se había perdido.
¿Por qué dejarla entonces?
Como resultó, el nombre original de Trompita era Princesa, y la gente en la obra la había llamado Trompita.
Cuando les preguntó por qué no querían rescatar a su cachorro, trataron de explicar su razonamiento con una triste historia que comenzó con la muerte de su padre …
Al parecer, Trompita se había puesto muy deprimida por la pérdida y estaba llorando y triste todo el tiempo.
Se puso tan mal que ni siquiera podían conseguir que la perra se alegrara ni siquiera por un instante.
Intentaron trasladarla del patio trasero al frente, para que pudiera observar a la gente a través del cerco.
Desafortunadamente, ese plan fracasó y ella terminó huyendo o más bien buscando a su dueño desaparecido, porque en la cabecita de la perra el concepto de muerte no lo tenía aún.
Ya no era una perra feliz y la solución de los propietarios para su infelicidad era no sólo tratar de ignorarla, sino dejarla una vez que la encontraran de nuevo y conseguir otro perro nuevo para reemplazarla.
Su familia la había abandonado y seguía adelante y la pobre Trompita estaba sin saberlo a la espera de una nueva casa que le brindara cariño para siempre: una que nunca podría venir…, como el amo que ya no está, y ella añora para echarse a sus pies mientras lee el diario y matea o pita un cigarrillo.
“¡Sus soluciones para su infelicidad la estaban dejando aquí!”, en la obra, así es el corazón humano cuando las cosas no le salen como él quiere y lo formidable de un perro perdido, que con una caricia y un hueso pelado, se hace amigo para siempre en las malas o en las buenas.
Los bichicomes no tendrán que comer, ni donde dormir, pero un perro compañero nunca les falta.
Después de ese breve e incómodo intercambio, la familia salió, obviamente optando por encontrar un perro en otro lugar.
El sereno notó que tan pronto como los vio salir, la felicidad de Trompita fue con ellos.
Ella cerró y volvió a un estado de terrible malestar.
La adorable Trompita de dos años de edad, se mudó con la comparsa de albañiles a un par de obras más y por último, Trompita, cuya historia desgarradora de abandono mortificó a muchos y por esas cosas que tiene la vida estaba en su camino a un nuevo hogar.
Hay una cosa que es segura en todo esto: Trompita no volverá a los seres humanos sin corazón que la abandonaron en primer lugar y luego la volvió a abandonar de nuevo.
Una vez adoptada, y es seguro que lo será, su vida tomará un giro para mejor y finalmente conseguirá el hogar que se merece.
Esta historia es la historia de muchos perros, pero no debemos llamarla vida de perros, porque ellos tienen un gran corazón y con un hueso y una caricia son los seres más felices del mundo y los humanos, con todos los bienes del mundo siempre les faltará la última zoncera, pero tendrán algo que les falta para quejarse y ser infelices.
A un jefe pesado le dicen que es un perro, ojalá todos tuvieran jefes con corazón de perro.
Que todo sea para bien.
pobrecita que vida de un lado para otro es un amor trompita