De comerse se trata
En Preparatorios, como le llamaban entonces al segundo ciclo de secundaria, tuve un profesor de filosofía llamado San Miguel.
Este profesor creo haberlo nombrado en algún artículo anterior. Ignorantes como éramos nos nombraba a Bertrand Russell, un inglés que si no me cierran mal los números era zurdo, lo que ellos, los ingleses, le llaman laboristas y los fachos son los thories (los conservadores), si mal no recuerdo.
En un libro Misticismo y lógica, Bertrand Russell larga, como era su estilo, una idea conmovedora: “La vida orgánica, se nos dice, se ha desarrollado gradualmente desde el microbio hasta el filósofo; y este desarrollo, se nos asegura, constituye, sin duda alguna, un progreso”.
“Desgraciadamente, es el filósofo y no el microbio quien nos da esta seguridad”.
En efecto: el ser humano está muy lejos de ser la especie de máquina maravillosa que se cree él que es.
Pero como es él mismo quien se estima, se valora y se juzga, la estimación, la valoración y el juicio son siempre benévolos aunque le comprenden las generales de la ley porque es él, y nada más que él, calificándose a sí mismo.
El individuo no es un taller de reparaciones o un laboratorio, sino un vulgar merendero, si hablo en serio, no es chiste, todos comen de él, además de los cuidacoches, los malabaristas del semáforo, los impuestos, el BPS y la parentela política, como él la llama, que además te come y toma todo, hasta el agua del perro.
Sí señor, es vulgarmente una fonda, por lo que diré más adelante, no se apresure por favor, tiempo al tiempo, que estamos filosofando y sin haber tomado todavía ni la primera.
Depende en donde este en la mesa y en el miundio es lo que te sirven…