Diez años de malaria
La época que iba a Buenos Aires y me compraba un par de trajes, dos pares de zapatos, media docena de camisas, comía en los mejores lugares
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En los diez años que van, desde Néstor a Cristina, cosa que van a festejar, sin entrar por ahora, con el tema Lanata deschaves varios, amén de su tete a tete, con Rial, ni con el locutor de la CNN, ni el de la CNN con el locutor oficial de los K, Víctor Hugo Morales, desde que el sureño asumió la presidencia y con el paso de posta a su esposa Cristina, la situación argentina, cayó en la pobreza, creció la ocupación y se abrió a la educación, aunque nadie está de acuerdo ni con los números oficiales, ni con los extraoficiales.
Están los hinchas y los contras, todo depende del corazoncito de cada uno, es más o es menos, pero la pobreza se redujo, aunque no están de acuerdo en los porcentajes.
Pareciera que se erradicó el hambre pero no la desnutrición, o sea que no les chiflan tanto las tripas, pero no se alimentan bien.
El clima no ayudó para nada, inundaciones en un lado y en el otro también y temporales de la masita.
Parecería que la pobreza no la va con los argentinos, ni con nadie, y a mi modo de pensar, saber y entender, no debería bajo ningún aspecto existir porque estamos ante uno de los países más ricos del mundo, con todos los climas, del tropical al antártico, con todos los suelos, con esa pampa húmeda, que es el granero del mundo, hasta la cordillera con todos los minerales.
Repitiendo una frase de Perón de la II Guerra Mundial, en la que decía que “se mataría el hambre de Europa con lo que se tira a la basura los fines de semana en Buenos Aires”, y eso es una verdad absoluta.
Pero recuerdo, cuando mis primeros sueldos que iba a Buenos Aires y me compraba un par de trajes, dos pares de zapatos, media docena de camisas, comía en los mejores lugares, con un sueldo de pinche y uno veía a los porteños, peinados a la gomina, con sus trajes impecables, afeitados de peluquería, elegantes al extremo a todas las horas del día y las mujeres también y siempre consumiendo tanto arte, como alimentos, ropa de la mejor, automóviles importados o nacionales excelentes.
No se veía un vendedor ambulante por la calle ni de casualidad, pero eso sí, una vez vi a un hombre, no enfachado como los burgueses de Lavalle, Florida, Corrientes o Esmeralda, con un morral y la policía, tan militarizada como lo era la de allá, detenerlo y hacerle abrir un morral, fue un minuto, tenía unos perritos o monitos de peluche para vender y llevarlo detenido por practicar el ambulantismo, todo fue más pronto que ligero.
Ahora los porteños andan vestidos como nosotros o peor, inclusive con la ropa mal combinada y a determinada hora, en Lavalle, Florida, extienden unas arpilleras, con muchas chucherías, porque ellos en ese sentido son habilidosos, saben producir lo que se vende y hacer el mango, como hace muchos años que los vemos hacerlo acá en 18 de Julio o en los tolditos de varias zonas de Montevideo, ellos venden novedades y acá se vende siempre lo mismo.
Hemos visto por televisión, en los últimos tiempos tres o cuatro manifestaciones con cientos de miles de participantes por no decir millones, tanto en todo Buenos Aires como en las ciudades del interior.
Hay una bronca a penas contenida y los manifestantes no son los famosos cabecitas negras, sino gente de otro nivel.
Los únicos que no vieron esos movimientos sin convocatoria partidaria, pero de protesta contra el gobierno constituido, fueron la presidente, y sus personeros, claro que al día siguiente salió a buchonear.
Más del 54% de la población argentina vivía en la pobreza a fines del 2001, cuando estalló la crisis económica que tuvo movimientos de fuerza con muertos y heridos, por la represión.
De la Rúa, se tomó o le hicieron tomar el helicóptero, con apenas cuatro años de mandato.
Con los gobiernos K desde mayo de 2003 hasta fines de 2012 el indicador del INDEC indica que el 5.4 % de los 40:000.000 de argentinos son pobres.
Números más números menos porque unos le atribuyen pitos y flautas y otros no, pero la cosa anda por esa zona o el cuádruple, pero no tenemos forma de darnos cuenta al no existir números oficiales.
Sin perjuicio que los números no son lo nuestro y la mayoría de los lectores, que no sean especialistas en el tema tampoco lo entenderían.
Los números los manejan, los que dicen ser entendidos y a su paladar y dan cifras entre un 5 y un 20 %, pero no hay números que no sean objeto de discusión por parte de los interesados por sí o por no.
El índice de pobreza anda por esos números, claro que es un margen bastante amplio.
El gobierno ha tomado diversas medidas en estos últimos tiempos, muy antipáticas para algunos y un poco menos para otros.
Este tema que vamos a tratar a continuación lo conocemos los uruguayos de hace larga data, por haberlo vivido en carne propia, claro que los que ya tenemos unos cuantos años, los que vivimos los tiempos de Pacheco Areco.
Acá se llamaba la COPRIN y después DINACOPRIN, y fue la congelación de precios y salarios.
María Lucila Colombo, funcionaria de confianza de Guillermo Moreno; explicó cómo se hará el “control” por parte de los militantes sobre los precios congelados, claro que la severidad de los militantes será muy relativa, con unos ojos mirarán al amiguismo de la presidente y con otros a los partidarios de la oposición.
Guillermo Moreno tendrá bajo su control las sanciones multas sangrientas, a los que no cumplan a criterio de los militantes o quienes los supervisen, los acuerdos de precios, no creo que sea un acuerdo (aunque así lo llamen), sino más bien una fijación arbitraria de los precios por parte del poder ejecutivo.
La subsecretaria de Defensa del Consumidor, María Lucila Colombo, afirmó que esta semana se darán a conocer los precios que tendrán los 500 productos que ingresarán en el congelamiento y resaltó que todos los supermercados deberán tener el mismo valor en todas sus sucursales y defendió la actuación de los militantes para “mirar” (controlar) que esos valores no sean modificados.
La secretaria resaltó que la presidente Cristina Kirchner, la semana pasada, al anunciar “Mirar para Cuidar”, el programa de militantes en la calle controlando precios, “convocó a que todos cuidemos los logros y les dijo a los empresarios que el aumento en los salarios y asignaciones, no hay ninguna razón para que nada cambie de precio por estos anuncios”.
De acuerdo con su explicación, el control “va a ser una cosa tan sencilla, como que cuando las organizaciones puedan detectar que se cambió un precio, le informarán a las autoridades de la subsecretaría de Defensa del Consumidor o de las autoridades de cada provincia. Así nomás de sencillo”.
Y páfate la multa, hablan de hasta $ 50.000.000.-
El Gobierno anunció que habrá duros controles con amenazas de multas y hasta de clausura de locales comerciales, en caso de que se vulneren esos (mal llamados) “acuerdos” de precios.
Igual, la funcionaria remarcó que “el control ” sobre la economía “siempre lo ejerce el Estado”, y precisó que la iniciativa “Mirar para Cuidar”, lanzada por la presidente Cristina Kirchner, “es una convocatoria” para ayudar a preservar “los logros obtenidos en estos años”?.
“Controlar, siempre controla el Estado. Felizmente nosotros hemos repuesto las posibilidades y la condición de un Estado con fortaleza para hacer los controles que sean necesarios.
Lo que la Presidente ha hecho fue convocar a que todos cuidemos los logros de estos años. Y entonces convocó a la participación”, subrayó la prenombrada Colombo, funcionaria de confianza de Guillermo Moreno.
Este Sr. Moreno es una persona de meter pechera y de un trato de repugnante para arriba, pero alguna vuelta en que lo apretaron aflojó, es un bocón, pero como están a la vista las cosas quien le entra.
Además, la subsecretaria precisó a prensa que “hasta esta semana” rige “todavía el congelamiento que empezó en febrero, que viene muy bien”.
“Antes del fin de semana vamos a tener en conocimiento la lista de los 500 productos” que mantendrán sus valores que tenían al 1º.de febrero último, reiteró Colombo.
Explicó que “después cada una de las cadenas de supermercados va a informar cuál es su listado de precios”.
Precisó que “todos los locales de cada supermercado van a tener el mismo precio para cada producto”, y añadió que “lo van a hacer conocer por todos los medios que tienen a su alcance”.
Los congelamientos y controles de precios se han demostrado siempre incapaces de detener la inflación.
A lo sumo, logran producir retrasos en algunos precios cuyo control puede ser transitoriamente efectivo, pero con el subsecuente desabastecimiento o reemplazo de esos productos por otros.
El que dude que no existirá desabastecimiento que tenga presente que en Venezuela, hay escasez de papel higiénico, y hasta vino y hostias en las iglesias.
Desde el emperador Diocleciano hasta nuestros días, la historia no muestra ningún gobernante que haya logrado corregir la inflación persiguiendo comerciantes.
Los controles manu militari no han logrado otra cosa que conflictos, persecución y desaliento a la producción y escasez.
Si se quiere un ejemplo bien actual, puede observarse a Venezuela, donde las carencias han llegado al extremo de largas colas y disputas, como ya lo establecimos ut supra para conseguir un rollo de papel higiénico.
En Bolivia, también escasea el papel higiénico.
Cándidamente o tontamente, calculando mal la estulticia de la gente, Maduro y Morales, dicen que escasea el papel higiénico porque la gente come más.
Si no lo hubieran dicho en serio serían un chiste muy oportuno.
Han pasado más de 60 años desde que Juan Domingo Perón puso en marcha la persecución de agiotistas, encarcelando a aterrorizados almaceneros que nada podían hacer para evitar una inflación desatada por políticas populistas, fuertemente expansivas del gasto público y de los costos productivos.
Nuevamente, un gobierno desconoce sus propios desbordes, que son los que originan una inflación en la que las decisiones de los productores y comerciantes son una consecuencia y no una causa. La novedad y lo más grave es que la Presidente ha decidido que no sean funcionarios los que realicen los controles, sino que sean las organizaciones militantes propias las que tomen esa delicada función.
La consigna con que se los lanza a esta tarea es la de luchar contra avaros instintos y espurios intereses de empresarios y comerciantes que aumentan arbitrariamente sus precios sin otra razón que incrementar sus ganancias en desmedro del pueblo.
Linda forma de apagar el fuego con nafta, pareciera que se está fomentando que haya sangre de hermanos contra hermanos.
El ímpetu militante de controlar y penalizar a quienes suponen conspiradores enemigos no logrará otra cosa que conflictos, desabastecimiento y una ilusión transitoria de precios congelados para los productos registrados por el Indec.
Mientras la expansión monetaria no baje del 35 por ciento anual y la inversión en actividades productivas brille por su ausencia y, además, las importaciones estén fuertemente limitadas, la inflación seguirá por sus fueros, con control de precios o sin él.
Es como pretender evitar que, agregando agua a un estanque, el nivel no suba poniendo la palma de la mano sobre la superficie.
Pero no sólo será superfluo e inútil el cometido de los militantes. Eso no sería tan grave como que se está dando un paso peligroso hacia nuevos niveles de violencia política.
El discurso encuadrado en la dialéctica amigo-enemigo, nuevamente utilizado por la Presidente en este cometido, no puede desvincularse de una implícita invitación a penalizar por vía directa a quienes se suponga que están transgrediendo los congelamientos.
Los jóvenes militantes de La Cámpora, Kolina y de otras organizaciones kirchneristas, que puedan estar allí por convicción y no por interés, viven y se exponen como soldados de un proyecto transformador.
Sólo conciben la oposición a su proyecto como un complot destituyente al que hay que resistir y vencer.
Eso es lo que les dicen sus líderes siguiendo la prédica presidencial.
Argentina está caminando hacia una crisis económica financiera con seguro impacto social y político.
Esta crisis puede evitarse con una profunda rectificación de las políticas aplicadas.
Lo que no debe hacerse es no sólo persistir en ellas, sino también crear circunstancias que puedan derivar en mayores conflictos y en violencia.
Los congelamientos y controles de precios se han demostrado siempre incapaces de detener la inflación.
A lo sumo, logran producir retrasos en algunos precios cuyo control puede ser transitoriamente efectivo, pero con el subsecuente desabastecimiento o reemplazo de esos productos por otros.
Han pasado más de 60 años desde que Juan Domingo Perón puso en marcha la persecución de agiotistas, encarcelando a aterrorizados almaceneros que nada podían hacer para evitar una inflación desatada por políticas populistas, fuertemente expansivas del gasto público y de los costos productivos.
Nuevamente, un gobierno desconoce sus propios desbordes, que son los que originan una inflación en la que las decisiones de los productores y comerciantes son una consecuencia y no una causa.
El ímpetu militante de controlar y penalizar a quienes suponen conspiradores enemigos no logrará otra cosa que conflictos, desabastecimiento y una ilusión transitoria de precios congelados para los productos registrados por el Indec.
Este sistema de contralor de precios por medio de “militantes”, poner al pueblo contra el pueblo, como ya lo hizo Perón oportunamente, el que había aprendido la lección muy bien cuando fue agregado en la embajada Argentina en la Italia de Mussolini, es implantar un régimen fascista de contralor.
Es una medida muy peligrosa, y los riesgos son incalculables.
La gente inteligente con el error aprende, pero la Presidente insiste tesoneramente con el tema.
Lo ha logrado perfectamente al revés con el tema del campo.
Con la carga tributaria al campo han logrado que la venta de cortes caros de carne, Brasil pasara a ser el primer vendedor, de esos cortes, el segundo, Uruguay y el tercero Paraguay, Argentina pasó a ser la última en el comercio internacional de los cortes Hilton.
La Soja y los plantadores se han venido para el Uruguay, el desplazamiento de los productores ganaderos uruguayos ante el avance de la soja, significó que el 16.2 % de las mejores tierras ganaderas del Paraguay sean propiedad de productores uruguayos.
El país más rico del cono sur jugando a la mosqueta con los precios y en franca marcha atrás.
En tamaño de Brasil es 45 veces mayor de Uruguay y la Argentina 12 y el Paraguay unas cuantas veces, no es que estemos nosotros mejor o muy bien, sino que ellos están haciendo las cosas espantosamente mal.
hay que hacer menos viajes, menos joditas y preocuparse mas de los problemas de la gente que en pleno invierno hay gente que duerme en la calle..