El elegido
La solución del gran conflicto interno en el nacimiento de la Unión Soviética, era dar muerte a un líder disidente llamado traidor.
Con ese fin entrenan a un asesino con características muy especiales, que llega a México para cumplir su misión.
El cine hace a veces de lupa involuntaria para los contrasentidos de la vida. Por ejemplo, esa secuencia de El elegido, sin mayor importancia para la trama, en la que Trotski le dice no sé qué a la señora de la limpieza, pone patas arriba la razón de ser de la revolución que lideró. La revolución que, por otra parte, le terminó costando tantos exilios.
Bajo la batuta del director barcelonés Antonio Chavarrías (Volverás 2002), (Dictado 2012), quien también escribió el guion, se expone la vida de Ramón Mercader, un asesino ruso interpretado con solvencia y sin el mínimo acento por el mexicano Alfonso Herrera, al que su madre, quien sigue ordenes de Stalin, convence para que asesine al bolchevique enemigo.
Para llevar a cabo la célebre Operación Pato, el español se hace pasar por un brigadista canadiense llamado Jacques Mornard. En su viaje a París mantiene un romance con la secretaria de Trotski quien será la llave para entrar en la casa de su objetivo en Coyoacán.
Chavarrías lleva a buen puerto este thriller en el que, visto lo apasionante del asunto, apenas había qué guionizar. A ratos más vistoso que otros –con esa fotografía algo telefilmera–, tiene sentido que el asesinato a pioletazos de Trotski haya sido llevado al cine esta vez por un español. Así́ todo queda en casa.