El negro jefe
Con el capitán en la cancha, nunca fue derrotada la selección uruguaya en un mundial. Homenaje a Obdulio Jacinto Varela.
En el artículo de la edición pasada, cuando hacía referencia a mi llegada a Río de Janeiro, me topé con “a greve dos motoristas” (huelga de chóferes) y estaba varado en la Rodoviaria sin saber que hacer, cuando apareció un negro grandote y me agarró las maletas y las llevó a una Brasilia que había sido en sus mejores tiempos un taxi y ahora era manejada por un rompe huelgas, que yo pensaba que me iba a robar el equipaje.
Resultó ser un trabajador circunstancial, por no poner carnero, que me sacó del problema y el hombre me decía que yo era argentino y entendió enseguida mi condición de uruguayo, cuando en mi inexistente portunhol le dije si no se acordaba de Obdulio Varela.
A lo que el negro me dijo Ah… Obdulio Varela, você e creollo (no sabía que nos decían criollos a nosotros los uruguayos) de ahí en más la cosa fue de otro nivel.
Obdulio Jacinto Muiños Varela, nació en Paysandú el 20 de setiembre de 1917 y falleció en Montevideo el 2 de agosto de 1966, conocido por todos como “El Negro Jefe” y nombrado por su apellido materno Varela.
Quien sabe por que circunstancias de la vida, tuvo que utilizar el apellido materno, pero para nosotros y para el fútbol mundial fue Obdulio Varela.
Jugó en el Club Deportivo Juventud pasando en 1937 al Montevideo Wanders Fútbol Club, en forma profesional.
Luego de jugar 6 temporadas con los bohemios fue transferido en 1943 al Club Atlético Peñarol, con el que ganó los campeonatos de 1944, 1945, 1949, 1951, 1953 y 1954.
Fue internacional con la Selección Uruguaya de Fútbol en 45 oportunidades marcando 9 goles.
Con su selección conquistó el Campeonato Sudamericano de 1942. Debutó en la Selección en 1939 por la Copa América ante Chile, partido que terminara 3 a 2 a favor de Uruguay.
Fue capitán del equipo uruguayo que ganó la Copa del Mundo de 1950 ante la Selección Brasileña, en lo que se conoce como el Maracanazo.
Cuando la final contra Brasil, siendo niño, estaba en la quinta de mi madrina y no tenía la menor idea de que se trataba, pero recuerdo claramente, que sentí por la radio en la casa del quintero, un gallego de apellido González y su hijo, que luego fue Intendente de Canelones cuando la dictadura, cuando el segundo gol uruguayo, pegó un salto y un grito que se le saltaron los botones de la bragueta, estamos hablando de la época en que no se utilizaban los cierres zip.
El director técnico de nuestra selección fue Juancito López, quien en el Barrio Palermo, nos enseñaba a nadar tirándonos al agua, en La Chupadora, como lo detallé en un artículo mío titulado el Loco Ramón.
También jugó el mundial de Suiza de 1954.
Los uruguayos en aquella época estábamos mal acostumbrados y salir cuartos en un campeonato mundial no nos cayó nada bien.
Aprendimos la lección y en el último campeonato, salimos cuartos y lo festejamos como si hubiéramos salido campeones, pero de 1954 a 2011, pasó mucha agua por debajo del puente y nos dimos un muy buen baño de humildad y tuvimos unos cuantos sinsabores en el camino.
Con Obdulio Varela en la cancha, Uruguay no fue derrotado en su trayectoria mundialista.
En el Mundial de 1950, el ‘cinco de Uruguay’ levantó el ánimo a sus compañeros cuando vio que estos sentían la presión, en el túnel que lleva de los vestuarios a la cancha, ante el ruido ensordecedor de más de 200.000 espectadores que animaban sin parar a Brasil en Maracaná.
“No piensen en toda esa gente, no miren para arriba, el partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada, nunca pasó nada. Los de afuera son de palo y en el campo seremos once para once. El partido se gana con los huevos en la punta de los botines”, les dijo a sus compañeros.
Toda la trayectoria de Obdulio en Peñarol y la Selección es conocida y está al alcance de cualquier hincha.
Queremos destacar ciertas cosas de Obdulio que no son muy conocidas y que lo pintan de cuerpo entero.
Varela en 1955, cuando empezaron a aparecer los sponsors, se negó a vestir una camiseta patrocinada, una novedad en la época, proveyendo dinero para los jugadores.
Hasta dejar de jugar al fútbol en 1955 Peñarol entró a la cancha con diez jugadores patrocinados y su veterano capitán usando la vieja camiseta se siempre.
Comento su actitud declarando que “antes nosotros los negros, eran llevados con una argolla en la nariz. Ese tiempo ya pasó”.
En el estreno, Uruguay realizó la mayor goleada de la Copa, 8 a 0 a Bolivia.
Fue el único partido del grupo de los dos países, compuesto apenas por ellos, en razón de la no participación de las clasificadas selecciones de Escocia y Turquía.
Clasificado para la fase final, decidida en un grupo de cuatro selecciones, o Uruguay empezó empatando con a España gracias a un bellísimo gol del capitán: los españoles iban 2 a 1 cuando Varela, viendo que el ataque no conseguía penetrar en la defensa adversaria, se adelantó de su posición, recibió un pase y antes da media-luna de el área mayor, acertó un violento tiro al ángulo derecho del golero Antoni Ramallets.
El partido siguiente fue contra Suecia, que ganaba por 2 a 1 hasta poco después de los 15 minutos finales, en que los uruguayos ya se habían tirado para adelante y consiguieron remontar, con dos goles de Míguez.
El último partida del grupo, que acabaría decidiendo el campeonato, seria contra Brasil.
El hecho de enfrentar al dueño de casa, necesitando ganar, ganar a Copa – a Brasil, bastaba apenas un empate, por haber sumado más puntos a tener vencido a los mismos adversarios en la fase final -, los brasileños estaban considerados como francos favoritos. Principalmente por las victorias brasileñas contra suecos e españoles en exhibiciones espectaculares con victorias, respectivamente, por 7 a 1 y 6 a 1.
El clima generalizado entre los brasileños de que Brasil ya era campeón – lo que incluiría un discurso del prefecto de Río de Janeiro, Ángelo Méndez de Moraes ante los parlantes de Maracaná, antes da partida – fue aprovechado por Varela para instigar a sus colegas, a que ya habían efectuado reportajes que anunciaban anticipadamente el título brasileño.
Durante el partido, fue parte de la eficiente marcación uruguaya sobre el habilidoso equipo brasileño, responsable por un primer tiempo sin goles – desempeñó el papel de marcar a Jair Da Rosa con Julio Pérez.
El tanteador fue abierto en el primer minuto del segundo tiempo, con Friaça.
Procurando calmar su equipo y enfriar los festejos de los adversarios, Varela paro el juego por dos minutos, asegurando la pelota con los brazos, reclamando al sobre una infracción de Friaça.
Uruguay se recompuso, con el Brasil desacelerando las jugadas.
A los 21 minutos, Varela, paso la pelota para Ghiggia, que en jugada individual la pasaría para que Schiaffino lograra empatar partido.
Descubriendo el camino para la victoria, Uruguay logró a los 34 minutos del segundo tiempo, uno mitológico gol del iluminado Ghiggia.
Brasil acabó no teniendo fuerza para empatar y los uruguayos se consagraron campeones de la Copa, callando al público estimado de 200.000 personas en Maracaná.
Leyendas sobre el partido no tardarían en surgir.
Hecho es que, después del partido, Varela salió por las calles de Copacabana a beber anónimamente cerveza con los brasileños, testimoniando el dolor de ellos.
Según ciertas versiones, inclusive consolando a algunos, dándose cuenta de la dimensión de la derrota para los brasileños.
El capitán reconocería más tarde, que “mucha cosa quedó por cuenta de la fantasía creada aquí e allá. El fútbol era otro, con otra inspiración”.
Varela exaltó la raza (“El juego bonito no gana el partido. Para ganar es preciso lucha, garra. (…) Es preciso jugar para ganar y querer ganar”) y el grito (“El grito bien dado es un jugador más dentro de campo. Sobre su papel decisivo en aquella decisión, declaro:
Fui visto como el culpable por la derrota de Brasil y como o ganador da Copa para Uruguay. No fue nada de eso. Grité todo el tempo porque se que quien quisiera ganar tiene que gritar. Asegure la pelota después del gol de Friaça, alentando una falta, llamé al juez, al línea, pedí intérprete, hice todo eso solo para calmar aquel griterío. Yo sabia que provocando el miedo de ver el gol anulado aquello se transformaría en un túmulo. Tente e dio resultado. No fui la culpado de la derrota. No gané la Copa solito.
Los campeones del mundo tuvieron que hacer entre ellos una colecta para comprar unos sándwiches y unas cervezas para festejar.
Del campeonato de Suiza hablaremos otra vez.
El viejo capitán siguió entonces camino similar a los de sus antiguos colegas, cuya mayoría ingresaría como empleados públicos.
El fue a trabajar a un Casino de Montevideo, hastiado y disgustado con el fútbol de la época: “No presta. Falta raza”. Curiosamente, trabajo allí al lado del ex-colega de Peñarol e Selección Uruguaya Alcides Ghiggia.
Murió pobre, en 1996, a los 78 anos, en la misma casa donde vivía cuando era el más famoso futbolista de Uruguay.
Lo de que murió pobre es un término relativo, porque El Negro Jefe nunca fue pobre, porque siempre tuvo el corazón para dar y muchos que se golpean el pecho son pobres, pero tan pobres que lo único que tienen es dinero.
El Negro Jefe tenía la riqueza de una hombría de bien y un pueblo que lo amaba.
En 2004, a camisa celeste y los zapatos que el uso en 1950 e guardara a vida entera fueron subastadas. La Asociación Uruguaya de Fútbol las adquirieron y el entonces Presidente de la República, don Jorge Batlle, las declaro “monumentos nacionales”.
Hoy, están expuestas permanentemente en el museo del Estadio Centenario.
Hay homenajes tardíos, pero valen más que nunca.
Si alguien hubiera tenido el grito dispuesto y la garra, las cosas hubieran sido distintas, Negro Jefe, pero es lo que hay.
Homenaje de la FIFA en 1994, al gran caudillo ‘Negro Jefe’, Obdulio Jacinto Varela
son de los intocables que hicieron grande a Peñarol y a nuestro futbol, aca lo unico que sirve es ganar….decia obdulio………hoy perdemos y terminamos a los abrazos con los contrarios……….el ferplay mata todo,
Los campeones del mundo tuvieron que hacer una colecta para comprar sanwiches y cerveza para festejar?, que escuchen los perros que pelean por 5 lucas verdes mas o menos en el contrato y después se lesionan o estan de percha todo el campeonato. Por algo lo que traemo no los quieren nadie.
A ese hay que apuntar Damiani, si el tecnico no lo saca Peñarol no pierde, …cuanto pedirá????? lo malo es que si lo agarra la fiera Aguirre y aunque este enterito lo manda para la casa. Hay que mandar al ‘negro jefe’ pa’ la casa!!!!!!
Hablar del Negro Jefe es hablar de un ser humano único. Todos los campeones del 50 fueron únicos. Porque por, voluntad propia, fuerzas divinas, por suerte, o por lo que sea, lograron algo que hasta ahora es único. Los tres campeonatos anteriores eran por el asado, pero el de 1950, se jugó a muerte.
Volviendo a Varela, les puedo decir que era diferente al promedio de los uruguayos. Ese alto dirigente que le dijo antes del partido que traten de que no les hagan muchos goles y que no importaba que perdieramos mientras no fuera por goleada podían sentirse cumplidos. Ese dirigente representa el promedio del pensamiento uruguayo. Pero Varela fue y le dijo una cosa muy distinta a sus compañeros. “Nosotros, la unica forma en que cumplimos es si ganamos”. Jugaron el partido, ganaron y fueron campeones del mundo. Y no se quejaron. ¡Que lejos esta eso del pensamiento promedio uruguayo!
Cuantos pataduras dentro y fuera de la cancha tendrian que aprender del NEGRO JEFE??
Creo que el jugador Diego Lugano tiene una parte del mistico ‘Negro Jefe’ y la otra parte la aporta Washington Tabárez. Porque a diferencia de ‘otros’ planteles, este tiene un sentimiento patriótico, no se la tiran tanto de cancheros, aunque muchos de ellos ya son millonarios. Tanto Forlán, como Suárez, como Lugano, el Loco Abreu y los demás, nos transmiten que quieren ser uruguayos y te muestran que transpiran la camiseta como lo hacían los muchachos del 50.
Me gustó, saludos
Excelente, no sabia de esta historia del negro jefe. Ese espíritu de lucha hay que tenerlo en todas las cosas de la vida !!!