Elizabeth Taylor
Que me perdone el compañero Lorenzo Olivera, pero como él últimamente está para los de la farándula bullanguera y alborotando a las damas que se dignan leer este hebdomadario, voy a cubrir esta nota sobre el fallecimiento de Elizabeth Taylor.
Las fotografías que lucen en los medios no le hacen justicia al color de sus ojos, eran de un color violáceo, claro que con los ojos solos no vamos a ningún lado, sin que estaban acompañados por el resto o sea un rostro hermoso y un cuerpito excepcional con las curvas justas en los lugares exactos.
Esta nota es de evocación y no una necrológica porque la señora Elizabeth Taylor no puede ser objeto de una nota necrológica.
Para empezar era inglesa aunque hija de estadounidenses que volvieron a su madre patria por razones laborales, y fue condecorada oportunamente por la reina Elizabeth con el título de Dame (Dama Comandante del Imperio Británico), equivalente a Sir.
Pero ante la inminencia de la II Guerra Mundial y Londres bajo fuego enemigo, su padre que era marchand, debe haber pensado, que voy a vender arte con la que se viene y marchó de vuelta para EEUU y Elizabeth, empujada por su madre, una ex actriz, un tanto manipuladora y su padre con problemas de abuso de alcohol, la fueron metiendo en el ambiente cinematográfico.
El norte de su madre era transformar a su hija Elizabeth en estrella de Hollywood y a los 10 años, ya estaba en la pantalla con la perra Lassie junto a sus futuros amigos Roddy Mc Dowell y Mickey Rooney.
Perras collies que personificaron a Lassie hubo cientos, pero Elizabeth Taylor fue única, aunque ya se está hablando de quienes pueden asumir su personaje en un film sobre ella misma.
Después trabajó en Mujercitas (1949), película sobre un libro infantil de aquella época, sin monstruos ni violencia de Louisa May Alcott y El padre de la novia (1950) con Spencer Tracy.
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El gran salto fue con Ambiciones que matan (1951) y de ahí en más el estrellato con varias películas muy renombradas y que la lograron a ella como estrella de Hollywood.
Pero como este no es un artículo sobre cine, sino sobre una gran estrella, nombraremos solamente a Gigante, Un gato sobre el tejado de zinc caliente, De repente, en el verano y ¿Quién le teme a Virginia Wolf?.
En aquella época la película que le dejó más dinero fue Cleopatra, donde su cachet fue de un millón de dólares, pero por estipulaciones contractuales terminó cobrando un cachet multiplicado por siete, siete millones de dólares de aquella época.
Su vida fuera de las pantallas en su momento fue un volcán en plena erupción.
Sus maridos fueron: Conrad Hilton Jr. (1950-1951), con nombre hotelero por el lado que se le mire, antepasado de la joven Paris Hilton, que tiene a las corridas a los paparazzis y a los que consumen ciertas hierbas y fármacos que por cierto no son para tomar mate ni aspirinas.
Luego siguieron en la lista Michael Wilding (1952-1957); Michael Todd (1957-1958), Eddie Fisher (1959-1964), Richard Burton, dos veces (1964-1974) y (1975-1976), John Warner (1976-1982) y un albañil, 20 años menos que ella, Larry Fortensky (1991-1996) que duró muchísimo menos de lo que figura, pero recién se pudieron arreglar los papeles en la fecha indicada.
Por su enamoramiento con Eddie Fisher, se ganó una gran enemistad con Debbie Reynolds, la que por décadas no le perdonó haberle quitado a su marido y padre de sus dos hijos.
De todos los matrimonios el que dio más que hablar fue con Richard Burton cuya relación nació cuando la filmación de Cleopatra, estando él casado y fue de escándalo en escándalo y desde el inicio nomás.
Aparte de eso fue una relación demoledora, porque el tema era, quien trataba de destruir más al otro.
Con esta tormentosa relación, la figura física y como actriz de la Taylor, comenzó a deteriorarse, con la excepción actoral de dos filmes, ¿Quién le teme a Virginia Wolf? y Almas en conflicto, dos de las once películas en que trabajó con Richard Burton.
Por sus problemas de salud ninguna compañía aseguradora la aseguraba y en consecuencia se le cerraba el camino para conseguir grandes papeles estelares.
Pero fue una gran sobreviviente y en las bravas también, como un tumor cerebral en 1997.
Su enemiga Debbie Reynolds con la que se reconciliaron en 2002 dijo: “Elizabeth tuvo una vida dramática y nadie sabe como logró sobrevivir. Allá arriba alguien la cuida mucho, porque para superar todas las enfermedades se requiere por lo menos un milagro. Ahora no quiere otra cosa que hacer el bien”.
Tuvo una incansable lucha contra el flagelo del Sida, incentivada por el padecimiento de uno de sus grandes amigos.
Trabajó también en la línea de los perfumes de Elizabeth Arden y en otra de piedras preciosas House of Taylor (inspirada por su pasión por las joyas).
Después de una olvidable despedida de la pantalla chica, en 1994 con Los Picapiedras, donde cobró dos millones y medio de dólares, por interpretar a la suegra de Pedro, cantidad no despreciable si tenemos en cuenta que estaba en su decadencia física y como actriz con 62 años de edad, era una persona, como bien comentó su ex enemiga, tocada por los dioses.
Después de esto se encerró en su casa de Bel Air, que había pertenecido a Frank Sinatra.
Dentro de sus amigos protegidos estaba Rock Hudson, un actor que en la salas de cine, lograba que todas las señoras, señoritas y adolescentes suspiraban hasta el extremo de empañarnos los lentes, las cuales ignoraban, que su imagen era un producto de Hollywood, que en aquella época cuidaba mucho la imagen de sus estrellas.
Todas las películas que de él vimos que era un ropero de dos metros de altura con una pinta brutal, pero que adolecía de todas las cualidades masculinas, era un diferente como le dicen ahora. Durante la II Guerra, con tal físico, lo destinaron, cuando le tocó el servicio militar, a la lavandería.
Tanto va el cántaro a la fuente que se agarró Sida y fue protegido con garras y dientes por Elizabeth Taylor, en la medida que podía contra todos y en especial contra ese flagelo fatal, al quien lo acompañó hasta el final de su suplicio.
Otro que fue defendido a muerte por Elizabeth Taylor fue Michael Jackson, cuando el juicio tenebroso, que no sabíamos si se estaba juzgando problemas morales o buscando la fortuna del gran bailarín, el cual manifestó que quería parecerse a la Taylor.
A pesar de la vida muy dura que le tocó vivir en lo sentimental y en las enfermedades ella siempre estuvo dispuesta a servir al necesitado.
De su matrimonio con Michael Wilding tuvo dos hijos (Michael Howard y Christopher Edward; con Michael Todd tuvo una hija Elizabeth Francis, los cuales la acompañaron permanentemente hasta el momento de su partida y María Burton y dejó además diez nietos y cuatro biznietos.
Para sus enfermedades, 79 años de vida fueron demasiados, pero ella vivió su vida al máximo, con 30 operaciones, una al cerebro, osteoporosis, varios trasplantes de cadera, problemas cardíacos, hasta que su cuerpo al fin se liberó de tanto sufrimiento.
Alguien le dijo una vez, por qué se casaba nuevamente, a lo que ella respondió: “¡y qué quieres que me acueste sola!”
“El humor es el único camino para seguir vivo”.
Divina mujer de la epoca de las vacas gordas de Hollywoood, no sabía que era la niña de Lasie…hay buenas actrices ahora en Hollywood muy bonitas y la mayoria son atletas pero con todo eso no logran superar la epoca de los 60 y 70 de Taylor
Saludos
Una mujer fatal, miren por donde la miren. Pienso que como actriz puede ser superada con algunas que hay ahora, por ejemplo, la ganadora del Oscar Natalie Portman por el Cisne Negro es muy buena, no obstante, no se si dentro de 48 años ella será recordada por esa película. Si nos fijamos en Cleopatra, la reina de Egipto sin lugar a dudas luce espléndida con la imagen de Elizabeth Taylor hoy y quien sabe por cuantos años más.
Hay otro detalle que habla por si mismo de esta bella mujer, suena un tanto bulgar cuando uno lee ese final “¡y qué quieres que me acueste sola!”, lo que estoy seguro es que si Elizabeth les dijera esa frase en privado entenderían porque tenía tantos hombres en su vida.
Muy buen artículo.
Saludos