17 diciembre 2024
CRÓNICAS

En qué estamos

Por COMOUSTÉ
De mañana me desperté con El Espectador cuando Cotelo dice que son las 7 de la mañana. Calculo que él y su equipo deben haber estado armando el programa desde el día anterior y un par de horas en la mañana con lo de último momento.
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Se los oye sonrientes, felices, como los pájaros ante un amanecer más.

Claro que a Cotelo le queda poco, hasta fin de año en El Espectador y en enero o febrero arranarán en otra radio, más probablemente alguna FM, son suposiciones mías, de sus compañeros de ruta, algunos lo seguirán, otros quedarán en la radio y el resto tomarán otros rumbos.
Ya no tendré el empezar mi jornada doméstica compartiendo con los buenos días de Cotelo, a Uruguay y el mundo, el calendario de paros y huelgas, el estado del tiempo, claro que quedará mi esposa haciendo ruidos que entra y sale del baño 42 veces, cambia de ropa, que me la pongo, no me la pongo, me combina, no me combina, parece daltónica porque los colores son todo u problema para ella.

Porque si cambia los zapatos tiene que cambiar la cartera y con ese cambio vendrá aparejado el ruidito como si ratones anduvieran entre papeles, también podrían ser cucarachas.
Es ese ruido que molesta con ganas, al no ser definido sería preferible un cañonazo en el dormitorio, así me despierto del todo y termino con ese suplicio de va y viene, ras rasras, tac tactac, porque mire que suenan fuerte los coturnos de ahora, que no sé cómo no les dan vértigo a las mujeres.
Se levantó a las 5 y ½, entre que fue al baño, demoró en pintarse más que Miguel Angel en la Capilla Sixtina y cambió la ropa 17 veces, sale a la disparada a las 7 y ½, momento en que puedo ingresar serenamente al baño, a cumplir con mis funciones vitales, me miro al espejo, saco la lengua y la miro porque cuanto está blanca es no se qué y cuanto tiene color carne no sé que otra cosa es, al fin y al cabo no sé para qué hostia me miro, me lavo el teclado, me hago buches de no sé qué que son buenos para no sé qué otra cosa, después de dos o tres minutos me doy vuelta y escupo el líquido azul en el wáter, me mojo la cara con agua tibia y me paso el gel para afeitarme, hace espuma y me afeito.

El gel es verde para que yo crea que tiene aloe pero hace espuma blanca.
Otros se bañan antes de afeitarse para ablandar la barba, yo lo hago después para que no se noten los eventuales tajos que pude inferirme con la hoja de afeitar.
Todo lo dicho lo hago automáticamente, sin pensar, aunque suele ocurrirme que a pesar de no pensar en la ducha se me ocurren cosas birllantes que al rato me olvido y me acuerdo de cosas que me olvidé y me estuve devanando los sesos para recordarlas y cuando termino de secarme me vuelvo a olvidar.
Tendría que anotarlas con jabón en el espejo del baño y tendría lío o con la doña o con la otra doña que es la empleada que manda más que yo.
Cuando voy a salir escucho en Cotelo la cartelera de paros del día de hoy, no es cuestión de salir desinformado y me acuerdo que hace de esto muchos años pero muchos años, cuando era pinche en mi oficina, no se hacían paros.
Si había paro de transporte colectivo íbamos a pie o estaban aquellos camiones de cuatro toneladas, a los que le adosaban una escalera de mano de madera en la tapa de atrás, que carnereaban a vista y paciencia de los huelguistas, claro que lo hacían en huelga ajena.
Hoy no pueden hacerlo por tres cosas, una que no pueden llevar gente parada en la caja porque la Intendencia los vacuna con una multa suculenta, dos, que el sindicato de camioneros lo prohíbe por solidaridad con los huelguistas de verdad y tercero que los puede agarrar un piquete y hacerle bolsa el camión y de paso como quien no quiere la cosa a los pasajeros, por las dudas o de yapa, también.
En la Facultad era otro escenario, pero las huelgas eran para lograr que nos levantaran una previa, para poder cursar otras materias y después darlas y de solidaridad con Cuba, alguna vez que otra.
Ahí si, el que carnereaba podía ser sometido a vituperios de palabra, por escrito y in extremis de hecho.

No perdíamos las huelgas porque por lo general eran justas.
En materia laboral no hacíamos paros porque nos pagaban bien, muy bien y la plata nos rendía y como laburantes éramos mercenarios íbamos por el mango.
No estábamos afiliados a ninguna central porque éramos cuatro gatos locos y nos íbamos a comer todos los paros y descuentos ajenos para no tener ninguna reivindicación que reclamar.
Esa así de simple.
En la carrera laboral llegué al cargo máximo.
Cuando llegó la dictadura, ocupamos el lugar de trabajo y no venía nade a pedirnos nada por parte del público y nosotros hablábamos del tema todos convencidos que lo que estábamos haciendo estaba bien y así lo hacíamos.
Fueron como 10 o 15 días y seguíamos ocupando el local laboral, tanto los jerarcas como los pinches.

Nadie nos daba pelota, la cosa era así.
Un Director elegido por el gremio propietario del ente, en nombre de los afiliados, nos pidió que dejáramos esa medida, porque nos iba a complicar la vida, iban a meter a algún uniformado como interventor y empezarían los problemas.
Nos convencimos nosotros mismos y empezamos a trabajar sin broncas con nadie, ni entre nosotros ni con nuestros afiliados, claro que el interventor lo metieron al tiempo.
Ambos fueron civiles, los que adolecen de un mal supremo, no saben mandar y prepotean, cosa que los verdes desde chiquitos en el liceo militar los miliquean y ellos aprenden a miliquear, saben mandar y ser mandados, cosa que no es nada fácil.
El primer que nos metieron un civil basura que lo único que sabía era la prepotencia, gritar y amenazar con el certificado de fe democrática y las benditas letras A, B y C.
El segundo otro civil basura, muy tratable, muy diplomático, pero fue el que hizo y deshizo más y se la llevó toda acomodando además a cuanta hija del proceso cívico militar había, para quedar bien.

Pasó el tiempo volvió la democracia, durante la dictadura habían tomado personal a rolete los interventores de turno, claro que cuando cambió la cosa, lo primero que hicieron los colocados a dedo por los verdes, afiliarse al Pit CNT y empezar a hacer paros y huelgas ajenas, porque no tenían reivindicaciones que formular, no hubo despidos, ni de izquierda ni de derecha.
El Presidente Sanguinetti, dejó calientes a los gremialistas cuando se jactó de no haber perdido nunca una huelga, cosa que era verdad.
Por mi cargo siempre entendí que no me correspondía hacer los paros, porque alguien tenía que estar por las dudas, y de paso hacer tareas de rutina que siempre se atrasan o son postergadas por otras más urgentes.
Un día de paro voy a entrar (tenía la llave de acceso a la oficina y la combinación y llave de la caja fuerte) y me viene a interpelar una colocada en épocas pretéritas por los milicos, y ahora ultra zurda, para hacerme firmar un papel en que me hacía responsable de lo que había en la oficina.

Resulta ser que este ejemplar una nueva en el empleo y entrada en paracaídas me informaba de lo que yo era responsable por mi cargo, de hecho y por derecho y cuando me dijo que tenía que firmar, se me voló la pajarera, no le zampé un par de improperios porque no es mi estilo, pero le expliqué duramente que no necesitaba firmar absolutamente nada para ser responsable de todos los bienes y de mucho más y que no pensaba firmarle nada y que se fuera con la música a otra parte de la puerta para afuera y que ella no era quien para exigirle firma alguna a nadie, entendió rápidamente.
En definitiva ella tendría que haber firmado un acta, haciéndose responsable de los bienes que estaba ocupando sin derecho ni facultad alguna y coartando el derecho de alguno que quisiera o necesitara trabajar o algo de la oficina.
Fue la primera y última vez que intentaron hacerme firmar algo y me jubilé muchos años después, sin hacer ningún paro.

Pasaron los años, el trabajo que hacíamos 25 empleados incluidos los jefes, pasó a ser desempeñado por 129, todos al firme para faltar, conseguir licencias para exámenes que antes no teníamos, tuve una con un año por maternidad y amamantamiento, afortunadamente al médico lo echaron por innecesario e inútil.
Tuvimos estos días una semana movida en tal sentido, mataron a un taxista, y el gremio largó el paro nacional, antes de haberse identificado la víctima, perdiendo jornales a diestra y siniestra, porque es una protesta contra quién, contra los malandras que mataron al obrero, perjudicados los obreros, y los usuarios del servicio, claro que bien se podrían haber hecho un paro de unas para concurrir al velatorio y al sepelio del finado y juntar los jornales y dárselos a la familia del muerto que bien que los va a necesitar.
Está comprobado hasta el cansancio que los paros no amedrentan a los malhechores ni resucitan a los injustamente muertos.
El chofer del taxi fue muerto de un tiro en la nuca y encerrado en la valija del vehículo, el cual fue incendiado para no dejar prueba de especie alguna.
Un acto con mucho olor a narco tráfico o algo similar, se comprobó al día siguiente por los forenses la identidad del muerto.

No sabemos aún si no fuera un ajuste de cuentas usado ese neologismo bonomiano hasta el cansancio sin que ello ponga en duda la honorabilidad del trabajador muerto,
No habíamos salido de una cuando un parroquiano va a comprar unos clavos o unos tornillos a una ferretería y le meten un chumbo en la cabeza y lo matan.
Desde setiembre los registros de la propiedad están parados, porque trabajan una o dos horas, reciben algunos documentos y luego se quedan en la oficina sin trabajar.
Es un paro cómodo porque al no abandonar el lugar de trabajo no se les descuenta, vienen a ser paros remunerados, una especie de licencia con el tuges en la silla.
Inscriben los embargos, pero no las compraventas y ahí el que compró no puede inscribir y si le cae un embargo le perjudica su derecho en gran forma y estilo.
Los que están de parabienes son los que hacen las colas desde tempranas horas de la madrugada, dos o tres de la mañana y le guardan el lugar al mejor postor que algunos desesperados han llegado a pagar cinco mil pesos, buena plata para una mateado madrugón chamuyando con los amigos.
Es lógico sin compraventas o hipotecas no hay honorarios y si no hay honorarios en casa no comen, es bien clarito.

Quienes son los rehenes los profesionales escribanos y abogados, las inmobiliarias, los gestores para inscribir o levantar embargos.
Algún despistado que nunca falta puede firmar algo y quedar agarrado del pincel, por no escribir un órgano de la humana naturaleza más doloroso.
Ahora se les plegaron a los registrales los judiciales, pero parece que todavía no, pero en este estado cívico-sindical en cualquier momento se les escapa la moto.
Ahora tengo pendiente un casamiento de un pariente, que se casa en Punta del Este, en la Iglesia de allá y la fiesta es en Punta Ballena, los servicios están todos programados para el jueves y el sábado, civil y religioso respectivamente.
Claro que si no se da el civil, no se podrá conseguir el certificado del juez de paz, oficial del registro civil en el Interior, para poder cumplir con el casamiento por iglesia.
La gente que se tiene que desplazar en este caso desde Montevideo, no es poca,
, tiene que estar a la expectativa si hay civil o no hay civil, y el que desembolsó para la reunión está que si y que no, pero ya pagó y los bienes comestibles son perecibles, el surplus eventual alguien lo pagará en su momento y no serán los directamente responsables de tal desaguisado.
Se han reservado algunas habitaciones en hoteles del balneario más caro del cono sur, para hacer noche o mejor dicho madrugada, porque algo se va a tomar y no es cuestión de matarse en la carretera o matar a alguno o que lo pare a uno la caminera y lo deslibretice por no sé cuánto tiempo y el monto salado de la multa.
Dentro de pocos días empieza la feria judicial, el 23 de diciembre o sea de aquí a 11 días, hábiles y sábados y domingos incluidos y ahí se podrán hacer los contratos si se levanta el paro o la huelga, pero y en 11 días se levantarán todos los embargos y demás certificados o condenaron a un grupo de ciudadanos que no tienen nada que ver con el conflicto a que sigan sin trabajar o trabajando a un décimo de máquina, desde setiembre hasta que provea el superior gobierno, que con la buena voluntad puesta en este conflicto podría llegar a julio del 2015.

Como aquella película del neorrealismo italiano… “Habíamos sido tan felices”, pero no se preocupe amigo que no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista… y todavía pueden venir tiempos peores… hoy me levanté pesimista y antipopulista…. que sigan así que la gente nuestra es mansa, pero se está cansando del gobierno cívico-sindical y que todo sea para bien…

Un comentario en «En qué estamos»

  • Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. La gente no entiende que comenzar el día no es tan facil para algunos, que cuando nos levantamos nos falta por lo menos 1 hora para que se acomode el cerebro en el cuerpo y mientras la ducha este allí, a la misma temperatura, tengamos todos los implementos a mano, el cafe sea el mismo, tenga la misma cantidad de azúcar, las tostadas sean las mismas y no se nos arruine ninguna, nuestro programa de radio sea el mismo de siempre…..no hayan imprevistos y nadie nos hable…..llegamos con nuestro cerebro sano y salvo para comenzar el día. Es 1 hora pero es la mas difícil.
    La gente no entiende nada!!!!!!!

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