5 diciembre 2024
CRÓNICAS

Enladrillaron la cantera

Me entristece profundamente, pero la vida es así.

Cuando la piqueta fatal del progreso terminó con la muralla del Bajo de Montevideo, y los pormenores de ello los sabemos gracias a las Crónicas del Hachero, Julio César Puppo, todavía hay que explicar a algunos lectores, que era otra muralla la que demolieron y nada que ver con el muro que sostiene la rambla, sobre los bloques que ofician de protectores rompeolas, cuando el río de la Plata se pone bravo con una buena pampereada que hace caer las aguas sobre ambas sendas de tránsito.

La rambla en su primer tramo del Centro al Parque Hotel, junto con el Estadio Centenario y el inicio de la construcción del Hospital de Clínicas, obras faraónicas que se hicieron las dos primeras y se inició la última por 1930, durante la presidencia del Ingeniero Agrimensor Juan Fabini de la Junta Económico Administrativa de Montevideo, antecesora de la actual Intendencia Municipal de Montevideo.
Tenemos que tener presente que la mayoría de las cosas ocurren no por casualidad, sino por causalidad.

Estábamos viviendo el final de un tiempo en que todo lo que producía el país se vendía bien a una Europa deshecha y reconstruyéndose después de la primera guerra mundial y el Uruguay vibraba en el primer centenario de su constitución e independencia.
El pedregullo (balasto) del mismo color del granito de la Rambla de Montevideo, en el tramo referido, de ese color, que ya se ve cada vez menos, porque en definitiva es un granito roto, pero ahora el balasto es mayormente gris por una consecuencia llamada progreso.
Las canteras de balasto rosado están en La Paz (Canelones aclaro porque hay otra en Colonia) y al ampliarse dicha ciudad, creció sobre el campo existente arriba de las canteras que nunca llegaron a ser canteras, dado que sería muy oneroso demoler varias manzanas de casas, para sacar balasto rosado, cuando resulta más viable económicamente, extraerlo de otro lado y el que se consigue más en cuenta es el gris.
No es una moda como piensan muchos, ni más lindo, sino un problema de costos para obtener el material que se necesita.

En el artículo que escribí el 26 de agosto de 2011, cometí un error y fue denominar al que levantaba la lotería clandestina de la Liga Palermo el negro Soria con otro nombre y le puse Ojeda, claro que mis recuerdos se remontan al año cincuenta y pico, siendo yo un chiquilín.
Juancito López ya había sido el Director Técnico de la celestee, campeona mundial en 1950 en Maracaná, y yo no me enteré que se jugó tal evento, como tal, sino que hubo un partido de fútbol que se oía muy mal por la radio y gran bochinche y festejos en todos lados cuando terminó y la gente lloraba de alegría.
Yo no tenía la más pálida idea de lo que podía ser un campeonato mundial de fútbol dado que era un niño chico.

Si recuerdo bien, cuando el segundo gol uruguayo, de Ghiggia, que el canario González saltó al festejarlo y se le volaron todos los botones de la bragueta.
Este González hijo del gallego quintero, llegó a Intendente de Canelones y cuando la dictadura llamada proceso cívico militar fue Consejero de Estado.
El que no hace, no se equivoca, ese es el riesgo que corremos los que hicimos, a pesar de que desde 1965 no viví más en Palermo, y no iba a la cancha, simplemente llegaba cuando me lo permitían los dos empleos que tenía y los estudios que hacía, con el fin de visitar a mi vieja y cuando ella ya no estuvo más, iba a ver a mis hermanos, que ya no están más ellos tampoco, puedo contarlo por ser el menor de 5 hermanos y yo fui la quinta nena que no vino, para calentura de mi viejo y cuando desde el dormitorio -sala de partos domiciliaria de entonces- le gritó Aida la partera “Varón Mario”, el viejo le dijo “por qué no te vas un poquito a la…”
Claro que mi viejo no sabía en aquel entonces que el sexo lo da el padre y que la partera no puede hacer nada para cambiar la cosa.

Claro que después el viejo se acostumbró a tener el hijo chico de la vejez, una especie de nieto adelantado, al que llevaba a todos lados como acompañante en la camioneta.
El mayor me llevaba 16 años y el siguiente 12.

Ser el hijo menor tiene sus ventajas, ser el consentido, el malcriado que le dicen las viejas, el que con el pilot de un hermano mayor aparentaba más edad y me iba caminando los miércoles de noche al Palacio Peñarol a ver pelear a Dogomar Martínez, al Pocholo Burgues, al Siki Caballero, un negro del Cerro, al que los contrincantes no le aguantaban un par de minutos, pero si se bancaban el vendaval de trompadas del primer round había pelea completa y se definía por puntos.
Muy pocos aguantaban el primer round, claro que Cudesa (la empresa promotora de los boxeadores) tenía un convenio con el Luna Park de Buenos Aires y nos mandaban algunos boxeadores muy aporreados.

Cuerito Rodríguez, un muy buen boxeador nuestro, al que conocí después de retirado, me contaba que cuando un boxeador tuvo un par de knock outs seguidos, las reacciones peleando no son las esperadas y de repente larga una trompada cachiporrera en forma imprevisible y noquea al boxeador que estaba esperando algo más normal.
Cuerito me contó que una vez le paso eso y estaba en la camilla del vestuario vestido de calle como para irse y le dijo al entrenador “vamos che que estamos en hora” y el entrenador le contestó “ya peleaste, te noquearon, te bañaste y te vestiste” de todo lo cual no tenía la menor idea que hubiera pasado, se le había borrado todo.

Volviendo a la liga Palermo, algunos afirman que siempre estuvo en determinado lugar y no tienen en cuenta que ellos llegaron a la vida con la película empezada.
Ubican la cancha frente a la Aladi, pero ignoran que la Aladi fue antes la Alalc, y antes la casa de los Rodríguez edificada en lo que fue un pozo rellenado sobre el lecho del río.
La cancha de la Liga estaba en la manzana en donde está el Estadio de Atenas, cuando Atenas se vino de la ciudad vieja, del barrio Guruyú si mal no recuerdo, mudaron la cancha de la Liga al terreno baldío de enfrente a la Aladi.

Cuando construyeron la embajada Alemana en Tacuarí, hoy La Cumparsita, entre Santiago de Chile y Barrios Amorín (Médanos) y la Unión Postal de las Américas, España y Portugal en Cebollatí, entre Vázquez (hoy Martínez Trueba) y Médanos (Barrios Amorín) sobre un triángulo sobrante de terreno quedó una cancha de Baby Futbol.
Un señor que comentó el artículo diciendo que hacía 48 años (hoy 50) que vivía en Sur y Palermo, cuando él llegó, yo ya no vivía en Palermo, sino que iba de visita de vez en cuando y cada vez menos por las razones antedichas y que la vida se me iba complicando por las distintas obligaciones .

Con el tiempo me enteré que el Enrique López lleva su nombre como homenaje a un comerciante del barrio que les regaló las camisetas para el fútbol, aunque yo le conocí solamente las glorias del volley ball.
En otro artículo en que hice referencia a los “fanintes” (fare niente en italiano, “no hacer nada”), mi tío el mayor de ellos, eran 7 hermanos y un entenado, tenía temor de que sus hijos agarraran para los ranchos de los fanintes y se ofendió un lector diciendo que su padre era un hombre de trabajo, que no era un vago, e iba a los fanintes, tal vez pensó que escribí el artículo pensando en dejarlo mal al padre de él, sin saber quién diablos era.

Uno en un artículo, no puede poner todo, pero si dicho señor llega a leer este artículo, se podrá enterar que un primo mío, hijo de mi tío el atemorizado, tuvo hasta que murió el rancho de “Los Fanintes” en Ejido y Cebollatí, sin perjuicio de lo cual era empleado de la Intendencia de Montevideo y además con su camión hacía el reparto de los diarios a los sucursaleros, recuerdo que había comprado una buseta con amarre en el puertito del Buceo, con la que salíamos a pescar al canal y hacíamos gran matanza de corvinas blancas, puse en plural porque se prendían solas, pero yo a la quinta o sexta ya estaba asqueado de la baba del pescado y los ronquidos de las corvinas agonizantes y dejaba de pescar.
El tema complicado de los fanintes era que se mezclaban los laburantes con los que estaban solamente para la pesca.

Para los viejos pescar a la caña la lisa en la punta del caño maestro y venderlas sobre la rambla no era un trabajo, era un rebusque, lo que hoy llamaríamos changa y ni tanto.
Los compradores de las lisas en su mayoría era la gente de la colectividad judía, tal vez porque le encontrarían algo parecido al arenque, los compradores venidos al país no hacía mucho, no tenían la menor idea que las lisas comían las porquerías que salían del caño maestro.
Nunca en mi vida probé lisa, a pesar de que veraneaba en Rocha y la vi pescar lejos de todo caño, lucían hermosas pero me inspiraban asco.
Los lugares no los podemos congelar estáticos en un momento porque la vida continua y la ciudad crece.
El título de este artículo obedece a que en el restito de terreno que quedaba de la última versión de la Liga Palermo se van a construir dos torres de 60 metros de altura y ya no te volveré a ver más Palermo, como yo te viera, porque lo que fue un pozo, mejor dicho el fondo del río de la Plata, rellenado con escombros devenido en potrero donde surgieron muchos cracks del fútbol, como ser el campeón de Maracaná, Rodríguez Andrade, que fue a la misma escuela a la que fuimos todos, en distintas épocas, como ser la cantante Lágrima Ríos, la vedette Marta Gularte.

Mi madre fue alumna, maestra y directora de esa escuela, donde mis hermanos, mis tíos, mis primos y yo fuimos alumnos, en Durazno y Ejido, hoy hecha a nuevo por donación del filántropo hispano argentino Roger Ballet, escuela que hoy lleva el nombre de ese español que estaba muerto de hambre una noche, tirado en un banco de la Plaza Independencia, fracasado laboralmente con más ganas de morir que otra cosa, sin haber conseguido un mísero empleo y un buen oriental anónimo, le dio los $ 2,40 que costaba el pasaje del vapor de la carrera a Buenos Aires, donde hizo una fortuna y reintegró a la sociedad uruguaya tal buena acción, donando montones de escuelas en nuestro país, cosa que hizo también en la Argentina, que fue donde se logró trabajando y como empresario.

Palermo ya cambió mucho, conforme ha cambiado la gente.
Los empleados de los clubes, de las organizaciones internacionales, de las sedes diplomáticas y de los edificios nuevos, no son aquellos vecinos de un barrio humilde, sino que tienen otro nivel de vida y le dan otra vida al barrio, que ya deja de ser un barrio familiar.

El almacén del gallego don Segundo, lo demolieron hace años, don Juan no levanta más quiniela, porque hace mucho era un hombre muy mayor, en el boliche donde paraban los juveniles de Peñarol y los pungas una especie de delincuentes ya extinguida porque la habilidad del ladrón fue sustituida por la violencia y el delito ahora es rapiña, el boliche ya no es más boliche, es un restaurante fino, donde ya no hay gente del barrio tomando su caña o grappa con limón en el mostrador, todo eso ya fue, es historia.

Peñarol ya se fue del Barrio y Central con su bautizo de Cantral Español, lo que le deformó el nombre porque se llamaba así por el Cementerio, marchó para el parque de los Aliados y el glorioso Mar de Fondo, según dicen está por Villa Española.
La Cantera de jugadores de fútbol se clausuró, la liquidaron los ladrillos.

El otro día una de mis hijas me trajo una foto sacada con el celular de la casa donde me crié, es de 1903, en cualquier momento la agarra la piqueta y también a mí la huesuda me llevará tarde o temprano para el campo de los ñatos.

Que todo sea para bien…

Un comentario en «Enladrillaron la cantera»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *