Historia de mujeres

Hay una definición atribuida a una dama de las viejísimas épocas que decía:

“El amor es un no sé qué, que empieza no se sabe cómo y termina no se sabe cuándo”.

Puede ser que empieza cuando se siente latir fuerte, en el pecho, el corazón y un cosquilleo no común y termina con un bostezo devengado por la costumbre y la reiteración de situaciones o la falta de iniciativa que nos llevan a caer en aquello de mejor mañana que hoy me duele la cabeza o la espalda o estoy con un cansancio que no doy más y muchas veces estar pensando al hacerlo en otra persona.

A quién no le pasó y también muchas veces se engancha por accidente, uno buscando una cosa encuentra la otra y ya que estamos en el baile, a bailar se ha dicho.

Los modernismos en la terminología entreveran la madeja.
Hacer el amor, casualmente, tiene poco de amor, y casi el cien por ciento de sexo.

Hacer el amor es sinónimo de coito, relación carnal, conjunción sexual.

Hay una diferencia brutal entre el amor y hacer el amor, porque el sexo se puede comprar y el amor, por lo menos al verdadero, nunca se puede acceder por dinero.

Pero el ser humano, tanto hombres como mujeres tienen sus necesidades sexuales, económicas, de mantener cierto status, etc.
Muchas veces se soporta lo insoportable por una razón aritmética, una estancia, una buena casa en un barrio pituco y una regia casa de veraneo, si se dividen entre dos, cuando dejan de ser lo que eran y se es la mitad de lo que se creía que eran.
Un campito, una casita y un apartamentito, no son lo que eran ni dan el mismo status.

Ni que hablar de mucama, cocinera, babysitter, jardinero no se precisa en un apartamento, claro que hay que pagar los altos gastos comunes, pero a remangarse se ha dicho, salvo que…
Se dé aquello que ambos cónyuges cocinan por separado en la parte disfrutable de la vida, excepto en la vida social donde se simula la existencia de una relación extinguida de larga data.
Claro que esto dicho así es acá y hoy, pero si nos remontamos para atrás en la historia, un poco y mucho también la cosa será exactamente igual.

Ya sea Juan Carlos de Borbón y la reina Sofía o don José y doña María.
Estos artículos versarán sobre amores muy auténticos y muy espirituales y platónicos, otros meramente sexuales y otros fruto de la conveniencia, una prostitución soslayada a veces y a los gritos otras.
Caronte, seguirá con su barcaza cruzando a los muertos por el Hades y protegidos por el can Cerbero en el mundo inferior y Nico Medes, que siempre estuvo de corazón con Uds. después de esta licencia, encarará los temas de este otro ángulo histórico, pero del corazón.

Ya vimos a Cleopatra como estratega con sus dos amores romanos, veremos a Paolo y Francesca de Rimini, al marido engañado de Venecia, a Juana La Loca, a Madame Pompadour, a María Waleska –la amante de Napoleón, y hasta don José y doña María, el matrimonio del Barrio.

Arrancaremos con todo la semana que viene.