Jodie Foster y Mel Gibson

El actor estaba pasando el momento mas bajo de su carrera.

Ningún director se quería exponer a que en vez de criticar su película, se criticara a un actor acusado de racismo y violencia doméstica.

The Beaver es un poco el regreso a la pantalla de un buen actor y una controversial y oscura persona. Creo que el nombre de su personaje, Walter Black no fue elegido al azar.

Sin embargo el teléfono de Mel sonó un día para sorpresa del actor de 55 años. Del otro lado de la línea estaba la quien personificó magistralmente a la agente del FBI ‘Clarice’ en El Silencio de los Inocentes. Jodie Foster, a parte de ser una de las protagonistas de
The Beaver, también es su directora.

No es nada fácil hacer de una película como The Beaver un relato emotivo y acertado acerca de lo que se define, de forma muy generalizada, como la condición humana.

En síntesis la película cuenta que Walter Black (Mel Gibson) tiene un alma y una personalidad tan oscura como su apellido. Casado con Meredith (Jodie Foster) y padre de dos hijos (Anton Yelchin y Riley Thomas Stewart), sufre una doble depresión, tanto personal como profesional.

Su única opción es irse de su hogar, dejar de lado su compañía de juguetes heredada de su padre y… huir de este mundo.

Pero en medio de tal desespero, encuentra un muñeco en forma de castor, una marioneta que coloca en su mano izquierda y se convierte en su verdadero otro yo: una nueva personalidad, una nueva vida, que reanima la relación con su familia (aunque no con su hijo mayor) y resucita su empresa.

Todo lo que Walter dice es a través del castor, quien adopta un acento británico.

Pero lo que en un principio es extraño y simpático no tarda en dar un giro dramático.

Gracias al guión de Kyle Killen, quien sabe cómo combinar drama y comedia a partes iguales, The Beaver no cae en las convenciones de ninguno de los dos géneros: si bien emociona, como decía al principio, nunca cae en situaciones lacrimógenas; y si bien hace reír, incluso en instantes perturbadores, como los numerosos intentos de suicidio de Walter, las sonrisas son más comprensivas que burlonas.

A ese equilibrio narrativo sinpar, ayuda la sobria puesta en escena de Jodie Foster, en su tercer largometraje como directora tras Little Man Tate y A Home for the Holidays.