Lo sagrado y la historia
El tema y su éxito se deberá sin duda a la novedad y a la originalidad de la perspectiva del mismo. En vez de estudiar las ideas de dios y de la religión, se pueden analizar las modalidades a la luz de la experiencia religiosa.
No es el dos de los filósofos, el dios de un Erasmo de Rotterdam; no es una idea una noción abstracta, una simple alegoría moral.
Se trataba de un poder terrible, manifestado en la “cólera” divina.
Descubrir el sentimiento de espanto ante lo sagrado, ante ese mysterium tremendum, ante esa majestas que emana una aplastante superioridad de poderío; descubre el temor religioso ante el mysterium fascinans, donde se despliega la plenitud perfecta del ser.
Todas estas experiencias se pueden terminar como numinosas (del latin numen, “dios”), como provocadas que son por la revelación de un aspecto de la potencia divina.
Lo numinoso se singulariza como una cosa ganz andere, como algo radical y totalmente diferente, no se parece a nada humano ni cósmico; ante ello, el hombre experimenta el sentimiento de su nulidad, de “no ser más que una criatura”, de no ser, para expresarse con las palabras de Abraham al dirigirse al Señor más que “ceniza y polvo” (Génesis 18, 27)
Lo sagrado se manifiesta siempre como una realidad de un orden totalmente diferente del de las realidades “naturales”.
El lenguaje puede expresar ingenuamente lo tremendum, o la maiestas, o el mysterium fascinans con términos tomados del ámbito natural o de la vida espiritual profana del hombre.
Pero esta terminología analógica se debe precisamente a la incapacidad humana para expresar lo ganz endere, el lenguaje se reduce a sugerir todo lo que rebasa la experiencia natural del hombre con términos tomados de ella.