Los transgénicos
Por Lorenzo Olivera
Greenpeace, Amigos de la Tierra, COAG y Ecologistas en Acción presentan una Declaración en contra de los transgénicos. “España no debe ser cómplice de la pérdida de biodiversidad que suponen los OMG”, ha concluido la activista india.
“Monocultivos de la mente”. Así define la luchadora por los derechos humanos y Premio Nobel Alternativo de la Paz, Vandana Shiva, a aquellas personas que no consiguen ver la biodiversidad en sus mentes y por lo tanto no se percatan de su destrucción. Personas que, “no pueden ver que la verdadera riqueza y la salud están en la biodiversidad, y por tanto tampoco valoran la importancia de detener la destrucción de ésta”.
Esta fue una de las rotundas afirmaciones de Vandana Shiva en la presentación de la Declaración en contra de los transgénicos firmada por Greenpeace, Amigos de la Tierra, COAG y Ecologistas en Acción.
Shiva es Doctora en Física, Directora de la Fundación para la Investigación Científica, Tecnológica y Ecológica, miembro de Consejo Ambiental Nacional de la India) y acumula una gran experiencia como activista en la lucha contra la globalización y la destrucción del planeta, además de ser una gran inspiración para las mujeres, a las que considera motor de cambio.
“200.000 suicidios en los 10 años de producción de este cultivo”.
Esta semana ha visitado Madrid para recalcar, una vez más, que “los transgénicos son destrucción, porque matan la biodiversidad”. Explica que en La India muchas empresas “venden” las bondades de los transgénicos como solución al hambre, pero lo que se cultiva realmente en su país es algodón Bt, y “éste no se puede comer”. Sin embargo, este cultivo supone el endeudamiento de muchos agricultores, que llegan incluso al suicidio: “200.000 suicidios en los 10 años de producción de este cultivo”.
Vandana recordó que España es el único país de la UE que autoriza el cultivo de un maíz transgénico a gran escala, mientras que la India ahora está luchando por evitar la aprobación de una berenjena modificada con genes de bacteria Bt, un gen similar al que ha sido introducido en el maíz que ocupa 80.000 hectáreas del Estado.
Ya son más de 450 investigadores, docentes universitarios, organizaciones profesionales agrarias, asociaciones ecologistas, de consumidores, de productores de agricultura ecológica, ONG de desarrollo y entidades privadas las que se han sumado a este manifiesto.
DECLARACIÓN CONTRA LOS TRANSGÉNICOS.
Puedes conocer más sobre los Organismos Modificados Genéticamente en los informes de Amigos de la Tierra, como Transgénicos y Salud, Cómo liberar de transgénicos tu comida o ¿Quién se beneficia de los cultivos transgénicos?.
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Ante los transgénicos: Semillas de esperanza
El 23 de marzo de 2006, durante la 8° Conferencia de las Partes sobre Diversidad Biológica realizada en Curitiba, las mujeres del movimiento internacional La Vía Campesina, realizaron una protesta silenciosa dentro del imponente centro de convenciones para demandar la prohibición de las semillas «terminator».
Con este acto, las mujeres querían expresar el sentir y la resistencia de los pueblos a las denominadas “semillas suicidas”. De comercializarse, Terminator evitaría que los agricultores pudieran reutilizar su semilla a partir de sus cosechas, lo que los forzaría a recurrir al mercado de semillas comerciales. La acción de las mujeres y la presión de miles de campesinos que realizaron marchas diariamente frente al Centro de Convenciones logró mantener la moratoria y detener la avanzada de estas semillas, que amenaza a los pueblos campesinos e indígenas.
La modificación genética de plantas para producir semillas transgénicas ha sido condenada ampliamente por los pueblos alrededor del mundo e incluso por instituciones científicas y académicas y por muchos gobiernos por considerarla una aplicación inmoral de la biotecnología.
“Si cuido mi semilla, si defiendo la semilla, aseguro mi soberanía alimentaria,
si nos la quitan perdemos no sólo la semilla sino el conocimiento que es lo que nos garantiza la soberanía alimentaria.
Testimonio de campesino de Santa Cruz de Lorica
La modificación genética de plantas para producir semillas transgénicas ha sido condenada ampliamente por los pueblos alrededor del mundo e incluso por instituciones científicas y académicas y por muchos gobiernos por considerarla una aplicación inmoral de la biotecnología.
En la actualidad millones de personas alrededor del mundo dependen de la semilla criolla las cuales se conservan en cada cosecha para iniciar un nuevo ciclo productivo. La semilla no es sólo fundamental para la producción de alimentos sino que también ha sido el sustento de la vida, las culturas y la salud de los pueblos. Mario Mejía (2010) dice enfáticamente: “la tenencia de las semillas representa autonomía, libertad, poder popular, independencia y autosuficiencia. La pérdida de las semillas criollas conllevaría la desaparición de las culturas agrícolas”. De ahí que con el tiempo hayan tomado fuerza las campañas y las denuncias que buscan detener los transgénicos por considerarlo una amenaza contra los territorios, fortaleciendo estrategias de defensa de las semillas nativas y promoviendo los intercambios, los trueques y las formas tradicionales de vida, todo ello acompañado con la movilización social.
El agresivo impulso de los transgénicos
Durante la última década, en América Latina y el Caribe se ha impuesto un modelo extractivista, que además de la intensiva extracción de minerales, también ha provocado una ofensiva de los agro negocios en muchos casos promoviendo el uso de los transgénicos. De forma que en el continente se están implementado cambios en los marcos jurídicos para favorecer la entrada de los transgénicos y las semillas híbridas. Se está llegando incluso a promover leyes o decretos que ilegalizan los sistemas de semillas criollas: el transporte, el intercambio, la reproducción y la multiplicación de las semillas (Vía Campesina, 2010). La prohibición de las semillas “de costal”, nombre que dan las campesinas y los campesinos colombianos a sus semillas nativas, coartará el derecho de los campesinos e indígenas para utilizar e intercambiar libremente sus semillas.
“Finalizando el 2009 el gobierno mexicano autorizó la siembra experimental de maíz transgénico en 12.7 hectáreas, rompiendo una moratoria de más de 10 años, a favor de las trasnacionales Monsanto, DuPont (propietaria de Pioneer Hi-Bred) y Dow. En 2010, sin tener los resultados de su supuesta experimentación, aceptó otra veintena de solicitudes de las mismas trasnacionales, a las cuales se agregó Syngenta”. (Ribeiro, 2010).
El negocio de las semillas transgénicos en el mundo está controlado en su totalidad por sólo seis empresas: Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer y Basf (Ribeiro, 2010), que son también transnacionales químicas que ofrecen todo el paquete tecnológico: semillas, herbicidas, insecticidas, etcétera y que controlan gran parte del mercado agrícola.
Las políticas y los programas que se promueven desde los Estados para el impulso de los transgénicos están violando los derechos de los pueblos: a la libre determinación, a la participación, a la cultura, a la alimentación, a la autonomía, a la salud, a un medio ambiente sano (Semillas, 2010) y también los derechos de la naturaleza. En Brasil, Syngenta plantó ilegalmente cultivos de maíz transgénico en áreas naturales protegidas poniendo en riesgo de contaminación transgénica la reserva natural, mientras en México5 es conocido que el ADN de maíz transgénico ya contaminó las variedades nativas de maíz cultivadas por campesinos indígenas.
La contaminación transgénica del maíz en México es muy grave ya que el maíz ha estado en la base de la economía, la cultura y la agricultura de los pueblos indígenas, pero también es el fundamento de la dieta del pueblo mexicano.
En muchos casos, la promoción de los cultivos transgénicos está asociada a procesos de militarización y ocasiona el desplazamiento de miles de familias campesinas. “Frente a la ocupación de protesta que realizó el Movimiento de los Sin Tierra, contrató una milicia armada que disparó a mansalva, asesinando a Keno, del MST” (Ribeiro, 2010).
No obstante, la fuerte oposición de las organizaciones sociales, se siguen imponiendo sistemas de registro de variedades, de patentes, de derechos de obtentor, de certificación obligatoria, etc. En México se suspende la moratoria a los transgénicos, en Colombia un paquete de medidas ilegaliza las semillas criollas o de “costal” y los cultivos de transgénicos se continúan expandiendo por el país, en general en el continente se promueven de forma agresiva las semillas “mejoradas” y las transgénicas. El poder de las transnacionales de las semillas es tan fuerte que impone sus intereses a los gobiernos e incluso a Naciones Unidas
Los transgénicos hacen parte de la nueva Revolución Verde, asociada con otros asuntos como la concentración, acaparamiento y extranjerización de la tierra6 y el impulso del agronegocio a través de los monocultivos, conllevado a una descampesinización del campo, al presionar la migración de la juventud y los hombres, de manera que las mujeres adquieren aún mayor responsabilidad de la reproducción y sostenimiento de la producción y los sistemas alimentarios.
Las salidas siguen en manos del campesinado
Durante la Cumbre Mundial de la Alimentación realizada en Roma en el 2002, La Vía Campesina y Amigos de la Tierra Internacional junto a otras organizaciones sociales, lanzaron la campaña mundial “Las semillas patrimonio común de la humanidad”. Esta campaña ha detonado alrededor del mundo múltiples expresiones creativas, productivas, simbólicas, culturales, económicas que buscan defender las semillas del control de las transnacionales. Estas iniciativas se realizan en ámbitos locales: ferias y fiestas de las semillas, intercambios y trueques locales y regionales, producción agroecológica, estrategias de recuperación de semillas, promoción de mercados locales agroecológicos pero también iniciativas nacionales o regionales: campañas, marchas, movilizaciones, acciones directas. Y las mujeres como ya hemos mostrado han sido centrales y determinantes en cada una de estas acciones.
La Vía Campesina reconoce iniciativas como la de la Casa Róga en Paraguay, los semilleros campesinos de Chile, las redes y campañas de semillas en Colombia, las redes y campañas en defensa del Maíz en México, las experiencias de reproducción de semillas de Bionatur y el MPA en Brazil. Todas estas iniciativas que promueven la conservación, reproducción y multiplicación de las semillas en manos de los pueblos se ha contrapuesto al control y el “secuestro” de las semillas en los bancos de semillas de los centros de investigación.
Aunque gobiernos y transnacionales continuarán presionando por promover leyes y proyectos para el impulso de los transgénicos, incluida la semilla suicida Terminator. La resistencia de los pueblos continua multiplicándose y creciendo, de la misma manera como las semillas se han multiplicado, reproducido y recreado durante miles de años. Porque como bien dice La Vía Campesina “sin semillas no hay agricultura, sin agricultura no hay alimentación, sin alimentación no hay pueblos”.
Monsanto y Obama en guerra química contra la Naturaleza
Rebelión
Al decidir una agresión militar a Siria, los aliados imperialistas la justifican en la supuesta utilización de armas químicas por el gobierno de Asad. Sudamérica hace más de una década que soporta un ataque de guerra química contra sus territorios por Monsanto y sus compinches. Y primero con Bush junior y luego por Obama, con la anuencia y complicidad indudable de los gobiernos de USA.
En 2010 Obama realizó un viraje en la política de desarrollo agrario en USA y en su orientación en ese sector hacia el mercado externo. El nombramiento del hombre de Monsanto, Islam Siddiqui en dicho año como Jefe de Negociaciones Agrícolas del ministerio de agricultura fue el hecho clave que marcó esa mudanza. De la “ayuda alimentaria”, imponiendo el exceso de producción agrícola estadounidense en el extranjero por medio del dumping /1, cambió para el eslogan de “seguridad alimentaria” que no era otra cosa que la imposición de los organismos genéticamente modificados (OGMs) y sus pesticidas, bajo la falsa promesa de mejorar la producción de alimentos en el extranjero. En realidad el cambio de estrategia de Obama fue la sustitución de las bolsas de trigo, arroz y maíz exportadas a precio de dumping contra los agricultores locales de países que cayeron dentro de sus sesgados Tratados de Libre Comercio, por bolsas de pesticidas, fertilizantes y semillas genéticamente modificadas. Una verdadera agresión global contra el planeta y su población /2.
EEUU no brinda ni promueve ninguna clase de “seguridad alimentaria”. La mayor parte de los alimentos del mundo no los produce la agro-industria. 1500 millones de agricultores familiares producen en pequeña escala más del 70% de los alimentos del planeta. Originan gran parte de lo que consumen con limitados excedentes, por lo general comercializados o canjeados en pequeños mercados. Esa es la realidad de grandes regiones en la India y China con más de 2/3 de la población mundial y también del continente africano, regiones donde el insumo más importante es el estiércol de los animales. El problema del hambre no se debe a los bajos rendimientos de la agricultura familiar. El mundo cuenta con 7 mil millones de personas y produce alimentos suficientes para 9 mil millones. Sin embargo en la actualidad hay en el mundo más de mil millones de hambrientos (más de 50 millones solo en EEUU). Al mismo tiempo, hay más de mil millones de personas con sobrepeso, muchos de los cuales son obesos y sufren de enfermedades relacionadas con una dieta de alimentos industrializados que puede ser tan mortal como el hambre. El hambre y la obesidad no son el resultado de los bajos rendimientos agrícolas, se derivan de la producción excesiva de alimentos tóxicos, del enorme desperdicio de alimentos en la comercialización e industrialización, de la escasez de alimentos orgánicos saludables en los países dominados por la agro-industria, y de la injusticia que rige la propiedad de las tierras agrícolas y la desigualdad en como los alimentos se distribuyen en el capitalismo.
Con la falsa política de “seguridad alimentaria” se completaba el panorama de la estrategia global estadounidense del gobierno Obama. Esta política agrícola es complementaria de la “guerra al terrorismo” que extendió la intervención militar estadounidense abierta o encubierta a casi un centenar de países, la “guerra contra las drogas” que proporcionó a la DEA el dominio del tráfico internacional de sustancias adictivas y la conducción de la economía por hombres de Wall Street que desataron una gran crisis económica-social mundial -iniciada en 2007-2008 y aún vigente- con la que subordinaron la economía planetaria la capital financiero internacional. A la “guerra al terrorismo” y la “guerra contra las drogas” se sumó “la guerra química contra la naturaleza”.
Los que defienden los transgénicos dicen que sin eso no se alimentaría menos aun a las personas en el mundo.