Mafalda II: Comienza tu día con una sonrisa…

Cuando era muchacho chico y me quejaba por algo, mi viejo me decía: “De qué te quejás si naciste desnudo y estás vestido” y el sabía bien por qué lo decía.

Fue huérfano de madre a los dos años y de padre a los once. A los doce estaba pintando paredes con la brocha gorda, en esa época no se engordaban zánganos y menos ajenos.

Conmigo era sumamente tolerante salvo cuando me sentía decirle “guacho” a otro chiquilín y se agarraba una bronca conmigo porque él sabía bien lo que era hacerse criado guacho.

Uno en la vida encuentra personas resentidas, de esas que quieren y no pueden y como actitud normal en vez de tender una mano fraternal dan simplemente un sopapo. Por la mañana se miran al espejo y se escupen y luego se toman el vaso de vinagre para que todo sea ácido el resto del día. No saludan, sino gruñen. Se comunican con el mundo por medio de la agresión física, verbal, escrita.

Se ocultan atrás de su propia mediocridad. No se alegran ni cuando les pagan el sueldo porque de ahí en más tienen que pagar las cuentas.
Cuando pago cuentas pienso en el beneficio que me reportó lo que compré o la energía eléctrica o agua corriente que disfruto en mi casa.

El automóvil lo tengo empadronado en Montevideo porque es donde vivo y me cobran un disparate pero no estoy para hacer malabares para pagar unos pesos menos. Es cara la patente y el seguro, pero para ahorrar sería mejor andar en ómnibus.

Al pagar la contribución inmobiliaria si es cara es porque tengo una buena casa en un buen barrio y si es barata es porque me compré la casa que pude, pero que es mía y lograda con mi esfuerzo y no ando regalando todos los meses el costo del alquiler.

No es que sea conformista, sino simplemente valoro lo que tengo o pude llegar a tener en la vida. En definitiva es una filosofía positiva de vida.

Si tengo que dirigirme a alguien lo hago de buenos modos y con una sonrisa y el 99.9% de las veces me va bien y algunas mejor.

Recuerdo una vieja que, cuando yo era pinche en una oficina, me decía “¡Verdad que no me va a hacer el trámite ahora!” y yo por no dar el brazo a torcer le decía “Por supuesto que se lo voy a hacer ahora mismo” y se lo hacía. Creo que quedaba más caliente que si le hubiera echado para atrás el trámite. Esa mujer era como perro abichado, no tenía acomodo, aunque al final de su vida en el cajón, echada para atrás, tuvo su ubicación definitiva y sin lugar a protestas, ni apurones, porque nadie muere el minuto antes.

Hay seres que viven toda su vida calando la sandía, no para ver si está madura sino para encontrarla verde y hacer un problema o decir una pavada.

A los efectos de las estadísticas las personas se califican en alfabetos y analfabetos, pero el mero hecho que sepan leer no los hace alfabetos, sino que para serlo tiene que entender lo que leen. Muchas veces nos encontramos que se entrevera la comprensión lectora con la guaranguería y se obtienen unos comentarios que no tienen nada que ver con nada, pero el guarango se siente el héroe de la jornada.

Es una forma de destacarse como cualquier otra. Unos por elegantes, otros por inteligentes y otros simplemente por guarangos. Es la ley de la vida. Si todos fueran iguales el mundo sería muy aburrido, claro que la diversión no la proporcionan los guarangos por cierto.

Como cierre el siguiente pensamiento de origen anónimo y de profundo contenido:

Las SEIS palabras mas importantes:
YO RECONOZCO QUE HE COMETIDO UN ERROR

Las CINCO palabras más importantes:
VOS HICISTEIS UN BUEN TRABAJO

Las CUATRO palabras más importantes:
¿CUÁL ES TU OPONIÓN?

Las TRES palabras más importantes:
POR FAVOR, ¿PODRÍAS…?

Las DOS palabras más importantes:
MUCHAS GRACIAS

La palabra MAS importante:
NOSOTROS

La palabra MENOS importante:
YO