Napoleón venido a menos
Por COMOUSTÉ
El día que Napoleón se sintió tan insignificante como una zanahoria. El gran corso dijo que: Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo. Sabía bien de lo que hablaba en cuanto a batallas y mujeres.
Napoleón Bonaparte (1769 – 1821) es considerado como uno de los mejores estrategas militares de toda la historia pero, como todos en la vida, también sufrió varapalos, derrotas… y una gran humillación.
Entre los grandes varapalos podemos citar la campaña rusa (1812), como derrota más significante la batalla de Waterloo (1815) y su posterior destierro a la isla de Santa Helena, y como gran humillación: el día que se sintió tan insignificante como una zanahoria..
Con la firma del Tratado de Tilsit (1807) entre el Zar Alejandro I y Napoleón se acordó el cese de las hostilidades entre Rusia y Francia, se comprometían a prestarse apoyo antes sus respectivos enemigos y, más importante si cabe, se repartían el pastel europeo.
Corrían buenos tiempos y había motivos suficientes para jornadas de asueto y celebración.
Así que, Louis Alexandre Berthier, Jefe de Estado Mayor del Ejército y amigo personal de Napoleón, decidió agasajar al emperador con un día de caza.
Para que la jornada resultase redonda, Berthier compró cientos de conejos y los soltó en las proximidades (igual que le hacían a Franco con las truchas y perdices).
Napoleón se plantó en primera fila para ser el que más piezas cobrase, pero algo salió mal…
Los conejos no huían.
Eran domésticos y estaban acostumbrados a ser alimentados por humanos.
Corrieron hacia Napoleón y, como una plaga, se abalanzaron sobre él buscando su comida.
Todo el séquito que acompañaba al emperador trato de “repeler la agresión” pero a Napoleón no le quedó otro remedio que subir a su carruaje y “huir del campo de batalla”.
Tuvo razón cuando dijo que “Cuando no quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un comité.”
Era más hincha de los mandamás que de los cuerpos colegiados, por supuesto.
El no le tenía miedo a los que opinaban distinto, sino que le temía a aquellos que opinaban distinto pero eran tan cobardes como para manifestarla.
Claro que tenía sus opiniones sobre la economía, porque entendía que el método más seguro de permanecer pobre era, ser una persona franca.
Piense lo que dijo el gran corso, medítelo y que todo sea para bien…
Aunque tenga presente que la envida es una declaración de inferioridad.
Y que los hombres tienen dos palancas para moverse, el miedo y el interés.
Buena reflexion para un viernes con lo de Napoleon pero me parece que con lo del miedo y el interes el gran corso ¿? no tenia en la cabeza a Napoleon xq a Napóleon lo movia el poder.