No es broma
Siempre quiere lo mismo que el prójimo: el mismo lugar en la cola, el mismo porcentaje en las utilidades, la misma comodidad, el celular más moderno y con más funciones, aunque nunca las llegue a usar.
Soy de la época en que se hablaba por teléfono desde unos de baquelita, que tenían un tubo y se discaba, y cuando le errábamos en la llamada pedíamos disculpas y no decíamos metí mal el dedo por cualquier eventualidad, ya no se disca más, se digita, y en la memoria de la pantalla se pega un dedazo y aparece otro porque le erramos el viandazo en la pantalla y nos comunicamos con otro y a pesar de que los teléfonos tienen captores de llamadas, no se estila pedir disculpas y al amigo dejamos de decirle “cualquier cosa te pego un tubazo”, porque estas máquinas infernales no tienen un tubo, tienen de todo menos eso.
Antes los conocidos se hacían en el laburo, en el boliche, en el bondi, hoy por Facebook e inclusive tenemos algún mejor amigo al que nunca le vimos la cara.
Enganchar alguna dama por dicho medio, macanas, porque si la engancha deja de ser una dama y pasa a ser una mina.
Las fotos son de estudio, no por una casa fotográfica, sino por los millones de veces que la miró antes de “colgarla” y a algunas se les nota el pedigrí porque se les ve el celular en el espejo y lo que es peor el mobiliario del derpa o lo que fuera.
Las tomas de exteriores se ven las aberturas de hierro, las paredes con los revoques caídos o saltados y paremos por piedad…, la duda es si no se dan cuenta o se quieren poco a si mismos.
Por el asado de costilla no se discute si es abundante la porción, y queda abundante en la parrilla, con la colita de cuadril o el vacío, se puede discutir la mayor o menor cantidad de grasa o el punto, claro que siempre hay otra porción, en dichas circunstancias.
Un amigo, canchero él, en las comilonas, pone la botella de whisky en el mostrador y sirve con la medida y todos le dicen hacela llorar, no seas bichicome y él le dice, te la sirvo y te la tomás y volvés y te sirvo otra y siempre será de a una, la forma de dispensar la bebida.
Santo remedio, las botellas rinden en gran forma y estilo, porque cuando el consumidor ve que la mano viene de garrón, toma más con los ojos que con la boca y al final de la reunión quedan los montones de vasos con más de una medida para que se la tome la pileta.
La cerveza me gusta en jarra de esas que tienen líquido refrigerante en las paredes de la misma, que vienen del freezer al usuario y la botella bien fría, que prácticamente no haga espuma al servirla y para la segunda ronda dejarla también en una conservadora con refrigerante.
Dicho por los que organizan reuniones que con las botellas chicas de cerveza, esas individuales, que hasta las jóvenes en edad de merecer toman por el pico, pero cuando termina la reunión, se juntan la mayoría de las botellas abandonados en los rincones con la mitad de la bebida sin consumir, porque al usuario al tenerla en la mano se le calentó la cerveza y como es de garrón agarran otra y dejan por ahí las botellitas a medio tomar y los angurrientos la dejan casi llena con apenas un buchito consumido.
Los fabricantes venden el doble y el individuo consume lo mismo o menos, a mí me pasa que cuando me llenan demasiado el plato me satisfago enseguida.
Otro montón de cerveza para la pileta.
Vayamos a un ejemplo cotidiano, el pollo al horno no llegó a constituir un motivo de catástrofes porque a unos les gusta la pechuga, a otros el ala y a otros el muslo.
Pero los médicos dicen que es mejor la pechuga para el colesterol y si le hiciéramos caso al médico o simplemente llegara el momento en que todos los hombres se pusieran de acuerdo en que la mejor parte del pollo es la pechuga, o el muslo o el ala, el pollo sería, por su significado histórico, una especie disputada como la contaminación del Río Uruguay por la pastera Botnia y que Botnia si, que Botnia no o no queremos o si queremos la minería a cielo abierto si o no porque no queremos o si queremos el gran lago en Tacuarembó y/o Durazno, porque muchos ilusos sospechan que van a llevar la roca molida hasta la India o donde sea y la piedra sin hierro la van a volver a traer de la India o de donde sea para tirar al pozo y taparlo, mire que no es un bolazo mío, lo leí por ahí, en la prensa cotidiana.
El hombre es un amateur en lo bueno, pero es un profesional en la conveniencia.
De manera que no podrá obtenerse ninguna ventaja en favor de la tranquilidad humana mientras todos crean que les conviene lo mismo que al otro.
Mientras colecciona cosas banales como sus boletos capicúas o que sumen 21(se acuerda de aquel berretín) o cuando saca el perro a dar una vuelta, por el “qué dirá la vecina” con correa, bozal, la palita para aquello, la bolsita de plástico también para aquello y el papel higiénico canino o toma una cervecita bien helada, el tipo no le hace mal a nadie.
Cuando se trata de la única o última cerveza o de su cuota parte en un negocio, el individuo se “yodifica”.
Se vuelve un león o un tigre, y hasta le resulta grato que digan los demás de él “Fulano es una fiera”, le brota el energúmeno.
Vemos que “negocio”, por el origen de la palabra misma, es una noble actividad.
Viene del latín “nec” que quiere decir no y “otium”, ocio: significa, pues, no estar ocioso.
Pero el hombre ha hecho que, en realidad, “negocio” sea una cosa que empieza con que uno que pone la cabeza (el pienso) y el otro la plata y termina cuando se agarra la plata el que puso la cabeza y se agarra la cabeza el que puso la plata, por no haber tenido la misma cabeza que el que se agarró la plata, ya que, si no, se estaría agarrado la cabeza el otro.
No es un trabalenguas, es una realidad.
Tenía un amigo, al que cuando yo veía un buen negocio se lo comentaba para que lo hiciera y me contestaba como si yo fuera prendido en la cosa, “si es tan buen negocio por qué me lo traes a mí y no lo haces tú”.
En resumidas cuentas uno pone la experiencia y el otro la plata y el de la experiencia se queda con la plata y el de la plata adquiere la experiencia de no meterse en negocios que no domina.
No sé si he sido claro, pero la cosa es así, póngale la firma, como decía aquel.
Parece un juego de palabras, parece un chiste, puede parecer, incluso, una pavada y, sin embargo es por estar de acuerdo en quedarse con la plata que se inventaron el anzuelo y la carnada, la cachiporra y el chichón, la cortina de humo y el despiste y los malos balances con los buenos contadores de uno.
Y para escaparle a todo este cuento de “la vida de un tonto narrada por un loco”, como escribió William Shakespeare en Macbeth, el hombre inventó los peritajes, los abogados, los árbitros arbitradores únicos y vuelta otra vez, unos se quedan con la plata y el individuo piensa que perdiendo el pleito hubiera ganado plata a bocha inclusive en salud y en aspirinas.
No lo tome a mal, no lo escribí para enfriarle los pies, se viene fin de año pero por ello no todos son buenos y si no quiere arriesgar consígase un empleo, si es público mejor y espero que todo sea para bien…
Cuando nos tomamos unos tintos demas nos hacemos amigos de todos y rumbeamos para el lado ese delirante..me imagino los que fuman porro o le dan a la pasta base.
Esta muy bien.