Roberto Barry presentaciones Vip
Una noche de Carnaval en el Club Figuya de Las Toscas, llegó Roberto Barry.
Se subió a una tarima que oficiaba de escenario y me tocó en la primera fila, parado, porque no había sillas, dado que la cosa era medio improvisada a media tarde de verano, y junto a la novia de un amigo de aquella época, el cual más avivado quedó en segunda fila.
ROBERTO BARRY: Noches de Gigantes Aquí
Ella tenía los ojos sumamente grandes, pero muy grandes, no quiero poner como de vaca degollada, pero tal cual, muy bonita y Roberto Barry, que miraba para todos lados, tanteando al público, haciendo chistes lights, aunque lo suyo siempre era medio verdoso, pero empezaba siempre con segunda intención.
La gente, el público y yo también, nos desternillábamos de risa, pero mi amiga, sería como un tamango y con los ojos puestos directamente en Barry y él que tenía gran oficio en hacer reír a la gente, no paraba de mirar a mi seria acompañante.
A mí me transpiraban las manos, porque conocía el paño y me imaginaba que en cualquier momento íbamos a ser homenajeados con una humorada del capo-cómico.
Además en esa situación, dijera lo que dijera, los hazmerreír del público, íbamos a ser nosotros, y quedaríamos bien pegados, porque el actor no tiene nada que perder y del público nos conocían a ambos, era prácticamente un hecho consumado que nos iban a alquilar por el resto del verano.
Mi amiga siguió jugando al serio y Barry perdonándole el papelón de su vida.
Terminó la actuación, la cual no disfruté para nada, pero, para mi alivio, pude respirar tranquilo.
No sé qué habrá pensado Barry para perdonarla, tal vez, que fuera la hija de algún directivo o algo parecido, fue un desafío muy fuerte.
Su nombre verdadero era Roberto César Pérez Ruibal nacido en Montevideo, el 12 de octubre de 1917 y fallecido el 12 de junio de 1981.
Arrancó en los carnavales con una guitarra, su canto, unos chistes de su cosecha, actuó en la radio, en la época de los radioteatros y las fonoplateas y luego siguió con la televisión y como libretista también, sin perjuicio de algo de teatro.
Había que sobrevivir y hacer de todo dentro del género humorístico subido de tono, que era en la categoría que jugaba él, en una palabra era un adelantado para su época, porque a los 18 años ya estaba animando.
Presentaciones ‘VIP’
Recuerdo por los años setenta que en casas de “familias bian” de Carrasco por una cifra convenida, era invitado y se sentaba a la cabecera de la mesa con su inspirador whisky.
Tenía un don especial, veía cómo iban reaccionando las mujeres con sus chistes y entonces le iba agregando o disminuyendo el verde.
Por lo general, por no decir casi siempre, la cosa quedaba verde por unanimidad. Unos se divertían y el también y de paso ganaba su dinero.
Había un cine en Montevideo, en la calle Bartolomé Mitre entre Buenos Aires y Reconquista, el cual la crisis lo había transformado de tambo en teatro-cabaret y de teatro cabaret en cine, y las películas que daban las llamaban eufemísticamente “shorts firlms picarescos”, que hoy harían reír a los niños chicos, sin que se les caiga el chupete, en el horario de protección al menor, porque de picaresco lo único que tenían era el nombre y duraban unos 10 o 15 minutos.
Eso era lo más pornográfico exhibido al público del Uruguay de aquel entonces.
Todavía, antes de demolerlo, conservaba la distribución del teatro que, había sido en sus momentos de mayor gloria el lugar donde cantó el Mago, Carlitos Gardel, más de una vez, entre otros intérpretes de prestigio.
Lo tristemente anecdótico, era que como el cine todavía tenía los palcos y parte de la tertulia, la misma era utilizada, por señoras que ejercían el meretricio, para menesteres menos altruistas.
El teatro se llamó Royal y con el cabaret Royal Pigall y en el cine Hindú.
En la época del cine a veces se hacían espectáculos en vivo que eran animados por chicas cuyo casting lo realizaban entre marinos borrachos y tipos de la noche en igual estado en la calle Juan Carlos Gómez, allá abajo, en pleno bajo de entonces, clientes de las meretrices.
Si se hacía un recuento entre las coristas improvisadas era difícil encontrar una boca llena de dientes y las curvas eran sumamente abultadas y redondeadas.
El que salvaba la petiza era Roberto Barry diciendo sus chistes al nivel que lo rodeaba tanto en el escenario como en la platea.
Roberto Barry era de una ductilidad no común. De una reunión familiar en Carrasco al show del disparate o de la nada.
Pensar que tanto teatro o cine terminaron siendo el actual parking, por donde entran y sacan a los detenidos, de los juzgados penales de la calle Bartolomé Mitre.
Tuvo un cuarto de hora en Argentina a los 18 años de donde se trajo el nombre escénico y anduvo hasta por la Patagonia, pero lo de él era este lado del río.
Pudiendo haber sido rioplatense se conformó con ser uruguayo.
Con sus personajes radiales llenaba fonoplateas, personificando al Comisario Chipendale en el Comisario de Cerro Mocho, entre otros múltiples personajes de su autoría que fueron el disfrute de nuestra gente.
En teatro tuvo temporadas en el Stella D’Italia, con obras como “La tía de Carlos” que muchos años antes había llenado el Teatro 18 de Julio el genial y también uruguayo Paquito Bustos, que estaba radicado en la Argentina, pero realizaba temporadas largas en el Teatro 18 de Julio.
Tuvo temporadas en Canal 4 con “Ría con Barry” y “Almuerce Sonriendo” y en Canal 12 en el Show del Mediodía y Galas Manzanares con Pedrito Rico.
Fue auténticamente nuestro y para aquel entonces con una temática avanzada en los temas de los tonos verdes y murió cuando todavía podía dar mucho más.
Paquito Busto fue un actor de cine y teatro que nació en Montevideo, Uruguay en 1891 y falleció en Buenos Aires, Argentina el 1 de mayo de 1954 a raíz de un síncope cardíaco mientras hacía un número musical junto a Leonor Rinaldi. Realizó una extensa carrera en la Argentina.
Actuó en teatro, entre otras obras en Cuando un pobre se divierte (1921) de Alberto Vacarezza.
era un groso barry esta bueno que sea uruguayo ya no hay humor como el de el