´The Artist´ y Meryl Streep
Será una de las entregas de premios mas discutidas de la historia
En la época de la digitalización, los efectos especiales y el realismo de las imágenes en 3D, una película muda en blanco y negro, de origen francés de los años 30’ se llevó el premio gordo de la academia.
El actor Jean Dujardin, de 39 años, logró el Óscar que jamás obtuvieron Jean-Paul Belmondo, Alain Delon o Gérard Depardieu, que aunque este último estuvo nominado, nunca pudo obtener una estatuilla. Por otra parte, la versátil y talentosa Meryl Streep, logró su tercer Oscar como mejor actriz interpretando a Margaret Tacher en “The Iron Lady”. La actriz de 62 años recibió su primera estatuilla en 1979 con “Kramer vs. Kramer” y en 1982 con la película “La decisión de Sophie”.
Pero la sorpresa y el batacaso lo dio al final la película muda, en blanco y negro, tierna y emotiva The Artist, que se llevó el pasado domingo, cinco premios en la 84 edición de los Oscar. La invención de Hugo se tuvo que conformar con los galardones más técnicos, pero antes de que llovieran las alegrías (decepciones para otros), los actores más brillantes de Hollywood desfilaron por la alfombra roja. Guapos, felices y muy elegantes.
En un Versace negro, Angelina Jolie no tuvo la osadía de varias chilenas, que mostraron su ropa interior en la alfombra tercermundista de Viña.
En algo falló la alfombra roja de los Oscar 2012; ¿Qué faltó?, faltó escándalo, violencia y show. Para serles directo, la gente lo que quiere es ver correr sangre (por algo la alfombra no es verde ni azul) y los famosos de verdad fueron demasiado correctos. Nadie enciende el televisor para aprender los protocolos y las buenas costumbres para ir a una gala.
Quizá algún famosillo vistió algo para el pelambre al estilo de Jordi Castell, pero al menos (Brad Pitt y Angelina, George Clooney, Penélope Cruz,) se portaron demasiado bien. Sólo el comediante Sacha Baron Cohen se salió de libreto (bueno, por algo es comediante y para eso le pagan), con su papel de dictador que esparce las cenizas de su colega de Corea del Norte Kim Jong Il, recientemente fallecido, sobre la glamorosa pista.
Veamos a Angelina Jolie. Del brazo de Brad Pitt, vistiendo un atelier Versace negro con un tajo profundo, no tuvo la osadía de varias chilenas, que mostraron su ropa interior en la alfombra roja tercermundista del Festival de Viña (hot pants de una jueza incluidos). ¿Real atrevimiento criollo o muestra de que todavía no entramos al club de los poderosos de verdad? No importa, las compatriotas cumplieron con el mandamiento número uno del show: dar material para el chisme. De lo que vive el show business.
Volvamos a Hollywood. De las primeras, Milla Jovovich, insoportablemente linda y elegante en Elie Saab que se veía color crema. George Clooney impecable en su traje Armani, con su novia que participaba en programas tipo Titanes del ring, pero gringos, Stacy Keibler, en uno de los trajes más celebrados de la noche: un Marchesa glow-champagne, con mucho hombro descubierto, que anoche marcó tendencia (como hace 40 años, por lo demás).
Gwyneth Paltrow marcó pauta con una capa sobre un sobrio Tom Ford de líneas masculinas. Chic, como decían las mujeres de Fashion police. Glenn Close, en un Zac Posen verde petróleo, se vio como una señora aterrizada, compuesta y sobria, tan lejos del desatado personaje que la lanzó a la fama hace años en Atracción fatal. Los años pasan, y la gente o enloquece o se pone discreta, que es una forma elegante de decir fome.
Sobre los créditos latinos, nada que decir. Penélope Cruz enfundada en un Armani color paquete de vela, asirenado, hispana y elegante. Y hasta JLo, que aunque sotana se ponga se ve sexy, se veía bastante discreta en su Zuhair Murad, ceñido y marcado, con la espalda al aire y líneas que resaltaban las curvas que la lanzaron a la fama.
Al final, por distinta la nombramos: Rooney Mara, la chica del dragón tatuado, vistió un Givenchy de líneas simples, pero estructurado, muy cool. Más todavía con ese corte de pelo con chasquilla a media frente, que sólo les queda a las caras perfectas. Pálida y delgada, insistentemente nombrada como ícono de la moda. Ondera y algo farsante cuando dijo que lo eligió casualmente a última hora.
Al menos al cierre de esta edición, se echaba de menos el escandalillo tipo Cher y su look de sirena recauchada, que causó furor en los 80, o alguien que se disfrazara de cisne o delfín o perro (al cierre de la edición faltó algún can nominado). O, por lo menos, una Kenita Larraín primermundista que vistiera algo feo, pero atrevido, que provocara pifias, revuelo, sangre y lágrimas.
Una muestra de la película elegida por la academia como la mejor;“The Artist”