Vuelve el circo
Kooza, el Cirque du Soleil está hasta el 4 de abril en el parque Roosevelt. Apertura del Cirque du Soleil en Montevideo.
En lo que me es personal significa muchísimo para mí este hecho. Mi padre era representante de los circos de menor porte en Montevieo, los Stevanovich, los Pensado, los Palacios, y desde mi tierna infancia hasta de más grandecito viví metido bajo la carpa, cuando niño en los palcos, viendo la función.
Cuando fui creciendo la parte de la tramoya, donde se calentaban los acróbatas, donde se preparaba los toques finales del espectáculo más grande del mundo era mucho más atractiva y exclusiva que la que veía el público desde la platea desde el picadero.
Con Cirque du Soleil fue un amor a primera vista y me rememora el hecho aque de levantar a carpa tarea que la tarea pesada la hacían los elefantes, como también la de levantar la carpa o sacra una estaca clavada un metro y medio bajo tierra y el elefante apoyaba la rompa en unapalanca y la estaca salía cmo de una paquete de manteca y eso sí, los que hablan pavada por ahí, los elefantes lo hacía a la palabra, porque su “domador” Somapala Piriz era de Ceylan y había venido junto con cinco elefantes, no se cuantos tigres de bengala y cobras al zoo de Buenos Aires y no se por que tema quedó con el circo Norteamericano de los Hemanos Stevanovich, por el apellido gitanos y por el color de piel brasileños del primero al último.
No es conveniente empezar con preguntas pero ¿cómo se comenta un espectáculo como el de Cirque du Soleil ofrece por cuatro semanas, en su carpa del Parque Roosevelt?
Como show es único en una especie que la propia troupe canadiense fundó y desde ahí comparado con su standard, todo lo demás es de cabotaje.
Y hay que ser muy amargo para no disfrutarlo.
Por eso se termina en la obviedad de decir que Kooza es un show como son los shows de Cirque du soleil: un gran espectáculo suntuoso como de Las Vegas, con el gusto de Broadway y la magia y la locación de los viejos circos europeos.
Cirque du Soleil es, encima, una marca registrada y una forma de trabajo que se sabe de alta exigencia y calidad certificada.
Así, lo que ofrecen en su rubro es excelente e irreprochable.
Kooza es parte destacada de esa tradición. Anda dando vueltas por el mundo desde hace nueve años y, dicen sus cifras oficiales, fue vista por seis millones de espectadores.
No es para menos.
El público, sólo a juzgar por la colmada platea de la función estreno, aunque todas las funciones son un estreno, queda encantado con lo que hace esta gente de habilidades extraordinarias.
Encantado en sentido literal: todo el show es acompañado con risas aplausos y gritos apagados de susto y sorpresa, la energía que hace que un género tan viejo pueda haberse reconvertise en esta modernidad.
En Kooza, hay una historia bien circense dividida en dos partes con mundos más o menos diferenciados: uno es más luminoso y el otra más lúgubre, más atemorizante.
Por ellos transita un personaje, Inocente, que está en la búsqueda, se supone, de su lugar en el mundo; la travesía la guía el grácil Trickster.
Esos universos están salpicados por las divertidas intervenciones de un trío de payasos con partes muy jocosas; a lo payaso, pero muy jocosas.
Hay una banda en vivo que interviene y subraya.
Lo otro esencial acá son los números circenses.
Y están buenísimos.
Una rueda de la muerte a tracción a sangre, de dos artistas colombianos, combina insanía, velocidad, inercia, gravedad y piruetas y se aprovecha del sonido para crear una tensión que la platea saluda con insultos de admiración.
Los funambulistas (los españoles Quiros Domínguez y el colombiano Flouber Sánchez) se la van complicando cada vez más montados sobre sus alambres; se ganan el cerrado aplauso.
Un equilibrista chino que trepa en un yenga de sillas hasta terminar en un paro de manos zen o los quintuples saltos mortales con zancos, son, también bien tradicionales pero siguen funcionando perfecto. Hay otro tipo de habilidades: unas contorsionistas de Mongolia (foto), una reina del hula hula rusa, una trapecista canadiense que gira con su aro bien alto y un monociclista que hace cosas de las difíciles.
Todos los números esconden sorpresas y tienen bien balanceados la pericia, los riesgos y el show.
Los artificios importan, claro pero, más allá de ellos que funcionan bárbaro, en el Cirque du Soleil todo queda reducido a ese factor humano que exige un grado de concentración, destreza y temeridad poco frecuentes.
Y así logra maravillar con la fórmula de siempre: viejos malabares y acrobacias que aún consiguen poner el corazón en la boca de una platea encantada de recuperar por un rato aquella inocencia perdida.
Ayer el Cirque du Soleil terminó la construcción de su espacio fundamental: su famosa carpa amarilla y azul; debido al éxito de ventas, la compañía agregó una semana más de funciones.
A un circo le falta su casa si no tiene carpa.
Para el Cirque du Soleil el levantamiento de su icónica estructura es un verdadero acontecimiento. Por eso ayer la compañía invitó a la prensa a presenciar este día, que según explicó el director general de Kooza, Patrick Flynn, es al mismo tiempo “el más complejo y peligroso, pero también el más impactante”.
“La carpa primero es nuestra casa y es lo que nos diferencia de los espectáculos permanentes que están en teatros. Tiene esa gran importancia para nosotros”, explicó Flynn.
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“Es muy importante que una carpa esté. Y una vez que uno decide tener una carpa tiene que tener la mejor, la más grande, la más impresionante. Y esta carpa es así. Este es un día de nervios, pero también de expectativa y emoción”, dijo.
La compañía canadiense –que se emplazó en las canchas de la Liga Universitaria en el Parque Roosevelt– colocará en total tres carpas: una destinada a los artistas, la principal y otra que oficia de entrada, boletería y tienda de merchandising.
Para levantar su espacio principal –denominado chapiteau–, el equipo de trabajo consistió en 30 técnicos especialistas de la compañía más 80 obreros locales. La estructura se basa en cuatro mástiles sobre los cuales se eleva la carpa. Luego de construida, el siguiente paso es subir la carpa gracias a decenas de pilares y tensionar la lona.
El peligro principal que hay que prevenir en esta etapa es el viento. “Entre el momento en que se sube al momento en que se tensiona, la carpa actúa como un globo hinchable. Si le pasa el viento por abajo, la lona puede levantarse y volar”, explicó Flynn. Por eso se realizó la elevación del lado contrario al viento.
Se trata de un trabajo totalmente coreografiado y que se realiza por zonas. Más de 20 personas dentro de la carpa se encargan de levantar los pilares al mismo tiempo. Una vez en su lugar, otra decena tensiona la lona desde afuera. Eso sucede en toda la circunferencia de 160 metros. Una vez pronta, la carpa se eleva en 20 metros y tiene una capacidad de 2.600 localidades.
Se colocaro las gradas y sillas, las luces y el sonido, y todo esta pronto para la función, momento en que por arte de magia llegan los artistas de todas partes del globo.
La compañía se tomará nueve días para ensayar. Esto significa más tiempo de lo normal, según explicó Flynn, porque se incorporarán nuevos miembros y se debutará un nuevo acto de aro aéreo, realizado por la acróbata Marie-Ève Bisson de la obra Quidam. “Nos ilusiona mucho, porque su acto es de gran belleza, de gran complejidad técnica. Y el corazón de Kooza es eso: la técnica, la performance, la acrobacia compleja”.
Dado el éxito de ventas, la compañía sumó una semana más de funciones, por lo cual ahora habrá un mes de espectáculos. En total el Cirque du Soleil estará en Canelones durante seis semanas. “Esta fue una agradable sorpresa porque, para mí, mientras más uruguayos vean el espectáculo, mejor. Claro que Cirque du Soleil es una empresa comercial, pero por sobre todo somos artistas y nómadas y nos gusta la idea de impactar a una comunidad y dejar una huella de nuestra presencia”, señaló.
Después que se vaya el circo las canchas de la Liga Universitaria quedarán mejor que antes y no tan improvisadas, no tan a la criolla, sino con un sabor canadiense.
Que todo sea para bien.